Una media de cuatro incendios y siete denuncias cada día por comportamientos temerarios en los montes gallegos. Galicia está marcada en rojo en los mapas de todas las administraciones por los efectos devastadores de las llamas que cada año arrasan miles de hectáreas y que obligaron a la Xunta a repensar su modelo de gestión forestal y a articular un plan de urgencia para combatir los fuegos, junto con el refuerzo de la vigilancia para disuadir a los incendiarios y sancionar las negligencias. La presión policial durante los últimos años ha logrado reducir los focos forestales en la comunidad -1.645 en 2018, lo que supone casi un 50% menos que el ejercicio anterior (3.249)- pero Galicia está a la cabeza de los detenidos por prender fuego al monte. Un tercio de los incendiarios arrestados o investigados en España son de la comunidad gallega. El año pasado se produjeron 316 detenciones en todo el país, de las que 104 se registraron en Galicia, según datos de la Memoria de la Policía Autonómica de 2018.

Pese al elevado número de investigados por delitos de incendios forestales, la falta de pruebas contundentes y de testigos que permitan armar la causa para llevar al juzgado a un sospechoso hace que la práctica totalidad de los arrestos se queden por el camino sin llegar a celebrar juicio alguno por las hectáreas reducidas a cenizas. El balance de los últimos cinco años basta como ejemplo de los incendiarios que no llegan ni a ser juzgados: de los más 2.100 procesos abiertos en la comunidad gallega, poco más de un 8% llegaron a juicio. Y de los que llegan a rendir cuentas ante los tribunales, la práctica totalidad de las condenas se limitan a multas, ya que el ingreso en prisión en prisión es excepcional: solo se aplica para los casos de reincidentes.

El grueso de las detenciones practicadas el año pasado en la comunidad las hicieron agentes de la Policía Autonómica -un total de 43-, y los 61 restantes se distribuyen en operativos de la Policía Nacional y de la Guardia Civil.

Los meses de alto riesgo, que el año pasado se extendieron de julio a octubre, concentraron el 75% de los incendios que asolaron los montes gallegos: un total de 1.237 de los más de 1.600 contabilizados. Septiembre fue el mes con más actividad incendiaria -476 fuegos, el casi el 30% de los ocurridos todo el año-, seguido de octubre (350) y agosto (321). Pese a que la última campaña antiincendios sumó un mes más debido a la ola de fuegos que el ejercicio anterior había arrasado casi 50.000 hectáreas en los montes gallegos, el refuerzo de la vigilancia redujo más de un 20% los fuegos registrados en época de riesgo -entre julio y septiembre de 2017 se contabilizaron 1.606-, según el balance de la Unidad de Policía Autónoma de Galicia (UPA).

La mano del hombre se esconde detrás de la práctica totalidad de los incendios reducen a cenizas miles de monte arbolado en Galicia. Apenas un 5% de los focos se deben a causas naturales, como los rayos que el verano pasado provocaron varios fuegos en el parque natural do Invernadoiro, en Ourense. Siete de cada diez son intencionados, con múltiples motivaciones, según recoge la memoria de la Policía Autonómica, desde las relacionadas con piromanía o alcoholismo, cambios de uso del suelo y de cultivo, limpieza del monte para caza, ahuyentar animales que causan daños en los cultivos, delimitación de fincas, expropiaciones para vías de comunicación, reparto de herencias, rencillas entre vecinos o familiares, venganzas, forzar puestos de trabajo en la actividad de extinción o protestas por las limitaciones y restricciones de actividades de los espacios naturales. Detrás del 10% de los fuegos se esconde algún comportamiento negligente, como escapes de quemas de restos agrícolas y forestales, quemas de pastos, trabajos con maquinaria agrícola, con soldadura u otra maquinaria de construcción o mantenimiento de vías de comunicación, fuegos pirotécnicos, tareas de apicultura, barbacoas o quemas de vertederos.

En el 15% restante se engloban incendios debido a la reproducción de otros ya extinguidos, causados por líneas eléctricas o trenes.