Entre el 14 y el 16 de octubre de 2017 una ola de incendios asoló Galicia al quemar más de 49.000 hectáreas y se saldó con la muerte de cuatro personas. Los expertos alertan de que la situación podría haberse complicado aún más y avanzar hacia Asturias y Cantabria convirtiéndose en un "megafuego" o incendio de quinta generación. Ese mismo fin de semana se declararon más de medio millar de focos que causaron la muerte de 45 personas en la localidad portuguesa de Pedrógâo Grande, que ya había sido castigada por la virulencia de las llamas cuatro meses antes en otra ola que dejó 64 fallecidos. Este incendio fue el primero en Europa calificado como de sexta generación. Se trata de focos que generan grandes cantidades de energía, lo que provoca que su velocidad de propagación sea entre seis y 12 veces mayor que la prevista.

Si en un incendio de riesgo ese aumento puede superar las 4.000 hectáreas por hora, en los fuegos de Portugal del pasado octubre la cifra llegó a las 14.000 hectáreas. Así lo recoge el informe Cooperación Transfonteiriza en la prevención y extinción de incendios forestales en el Eixo Atlántico elaborado por la entidad de la Eurorregión Galicia-Norte de Portugal.

Por eso, debido al cambio climático y el abandono del rural que da lugar a esta nueva tipología, la entidad reclama políticas de incendios "integral" que tengan en cuenta estos fenómenos. En este sentido, abogan por abandonar la estrategia de extinción basada en apagar las llamas cuanto antes "con un ataque único" y similar para todos los casos porque alertan de que este sistema en incendios grandes "colapsa los servicios de emergencias" al tener que primar la defensa de las personas. Eso implica una evolución de una cultura de "comando y control" basada en "la excesiva centralización y la imposición rápida de órdenes en el lugar de los hechos paralizando el operativo" a otra de "misión y gestión" en la que "las líneas de mando de los equipos de emergencia y el control de información que implica la organización de los efectivos se separan". De esta forma, el informe recoge que es clave saber "priorizar" para evitar que los incendios se propaguen y causen episodios graves como los del pasado octubre. "Cada tipo de fuego y su riesgo de expandirse requiere estrategias y tácticas distintas", insisten.

Las nuevas políticas para combatir el fuego no solo tienen que ver con la forma de operar de los servicios de extinción. También se necesitan, apunta el estudio, medidas de autoprotección en los núcleos rurales como prevención para evitar el colapso del operativo de emergencias ante focos que amenacen las viviendas. De hecho, en varios de los fuegos registrados el año pasado tanto en la comunidad gallega como en el país luso, hubo "consecuencias nefastas" por dejar de atacar el frente de las llamas. Los expertos apuntan que sería más operativo fomentar esa "autoprotección" en lugar de la evacuación, pues en estos procesos -advierten- se producen "los mayores daños personales".

En esta evolución de fuegos de primera generación de los años 60 cuando el bosque empezaba a ganar terreno a los campos de cultivo hasta los de sexta generación o tormentas de fuego actuales juegan un papel clave el cambio climático y, sobre todo, la acumulación de combustible.

El estudio analiza la incidencia de los fuegos en el área transfronteriza Galicia-Norte de Portugal que corresponde a la extensión de ambos países situada a menos de 25 kilómetros, un área que sobrepasa el millón de hectáreas donde residen 1,5 millones de habitantes en 105 concellos, de los que 40 son gallegos. Esta zona, ubicada en el oeste europeo o fachada atlántica, sufre las alteraciones del cambio climático que "degradan el paisaje" y provocan que se acumule más combustible "de forma más rápida y constante", sobre todo en "ecosistemas que no están habituados a la aridez extrema", como se comprobó en la primavera del año pasado con una sequía que se prolongó durante varias estaciones. De ahí que alerten de que el reto en el futuro será hacer frente a focos simultáneos en una misma zona y con un elevado riesgo de propagación. Y sin que para ello tengan que darse condiciones meteorológicas de "riesgo extremo" porque con fenómenos menos adversos se pueden registrar igualmente grandes fuegos, lo que para los tres ingenieros forestales que redactaron el documento confirma la teoría relacionada con la carga del combustible. Por tanto, desde la Eurorregión piden nuevas políticas de emergencia y protección civil pero también relacionadas con el paisaje y, en concreto, encaminadas a analizar la carga de combustible en grandes extensiones para evitar que los focos se conviertan en episodios de riesgo extremo.

La peligrosidad se agravaría en las zonas rurales debido a la dispersión de la población. En el área transfronteriza Galicia-Norte de Portugal la fragmentación de la propiedad basada en un tradicional minifundismo; el desequilibrio entre núcleos rurales despoblados y envejecidos frente a ciudades con una elevada densidad de población; y el abandono progresivo de las actividades agropecuarias y forestales por la crisis del sector primario son, según los expertos, junto con el cambio climático, otros factores a tener en cuenta para erradicar la lacra de los incendios a un lado y otro de la raia. Por ello, avisan de que "no se trata de un asunto pasajero que se desvanecerá por sí mismo a corto plazo" sino que será "una problemática permanente en la política forestal y de gestión del territorio".