Los montes gallegos vuelven a teñirse de negro. El incendio declarado en la noche del lunes en el ayuntamiento coruñés de Dodro ha arrasado ya más de 850 hectáreas, según las últimas estimaciones de la Consellería do Medio Rural, la mayoría en el Concello de Rianxo. Este gran incendio forestal —categoría para los fuegos que superan las 500 hectáreas— es el primero de este nivel desde la ola de fuegos de octubre de 2017. Entre el área afectada destaca una importante masa arbórea y, además de algunas zonas de eucalipto, sobre todo se perdieron pinares. De hecho, algunas de las especies autóctonas devastadas por las llamas habían sido plantadas en los últimos años por vecinos, comuneros y la Administración para repoblar un terreno que ya fue castigado en otras ocasiones.

El viento del nordeste no solo dificultó las labores de extinción, sino que hizo que las llamas se extendieran sin control y saltaran de un lado a otro, originándose focos de forma continuada. Las llamas fueron capaces de saltar cortafuegos, carreteras e incluso la autovía de Barbanza, llegando a situarse a las puertas de decenas de viviendas y negocios. La situación más preocupante se dio en el lugar de Meiquiz, donde la proximidad del fuego a las casas hizo que a media mañana se decretara la Situación 2. Este nivel de alerta permaneció activo todo el día, ya que el fuego siguió acechando a las viviendas. Ninguna vivienda se vio afectada, si bien hubo riesgo para algunas, sobre todo en Meiquiz. Los vecinos vivieron horas de "pánico' y "miedo" y no dudaron en luchar "cuerpo a cuerpo" con las llamas. Estaban en juego sus casas, por eso pasaron la noche en vela y el día en vilo, ya fuera atacando el fuego, refrescando sus propiedades, vigilando el avance de los focos o llevando alimentos y bebidas a los servicios de emergencias.

Las llamas llegaron al lado del patio de varios centros educativos, provocando el desalojo el Instituto de Educación Secundaria de Rianxo, en el lugar de Rianxiño, y una escuela de la parroquia de Leiro, situada en Rañó, en cuya evacuación incluso colaboró el conselleiro de Medio Rural, José González.

La tragedia mantuvo alerta a los vecinos tanto la noche del lunes como la de ayer, pues cuando los medios aéreos se retiraron seguían activos varios focos y el viento no hacía más que arreciar, por lo que se temía una madrugada muy complicada en Rianxo.

En la localidad empiezan a acostumbrarse a este tipo de tragedias y muchos recuerdan la ola de fuegos que afectó a esta zona de la comarca de O Barbanza en 2006. "No es la primera vez que nos pasa esto; ya en ocasiones anteriores pasamos noches enteras vigilando nuestras casas ante la proximidad de las llamas", explicaba Marisol, una vecina de Isorna. "Todo parecía controlado y a media mañana empezaron a reavivarse las llamas, y como el viento no dejaba de soplar, el fuego se extendió afectando a trozos de monte situados entre casas o carreteras", indicaba un vecino de Burés mientras colaboraba en la extinción."Casi no lo vimos venir y por poco arrasa nuestras casas", apostillaba el propietario de un restaurante situado entre ese lugar y la parroquia de Araño. Manuel, un octogenario de Leiro, con la voz entrecortada, decía que lo que veía, una vez más, era "una tragedia". Otros vecinos de Rianxo trataban de recobrar fuerzas tras luchar contra las llamas. "Estamos a punto de perder nuestras casas y muchos ya perdieron fincas de cultivo y huertos", señalaban antes de sentenciar: "Esto es culpa de los pirómanos, y lo que había que hacer era castigarlos".

Algunos se posicionaban sobre una de las líneas de investigación con más peso ayer, incluso confirmada por el vicepresidente de la Xunta, Alfonso Rueda. Se trataría de un fallo en el tendido eléctrico a su paso por el Alto de Bexo, justo en la frontera entre Dodro y Catoira. En base a esta teoría, las chispas del cableado cayeron sobre restos de maleza secos esparcidos tras un desbroce realizado hace semanas. El viento, las altas temperaturas y el abandono del monte contribuyeron a la propagación de las llamas.

En esta línea, la subdelegada del Gobierno en A Coruña, Pilar López-Riobóo, indicó ayer que la Guardia Civil trabaja para esclarecer las causas del inicio del incendio. Y apunta también que la principal hipótesis vincula el fuego a una circunstancia "accidental, relacionada con una instalación eléctrica". Además de la Guardia Civil, en la zona también se encuentran efectivos de la Policía Local de Rianxo, la Policía Autonómica y la Policía Nacional.

Según la Consellería do Medio Rural, en la lucha contra las llamas en Rianxo participaron ayer dos técnicos, 28 agentes, 27 brigadas, 18 motobombas, cinco palas excavadoras con las que abrir cortafuegos y despejar el paso a los vehículos de emergencias, siete helicópteros, cuatro hidroaviones y 98 efectivos de la Unidade Militar de Emergencias (UME). También acudieron los Bomberos y grupos de Protección Civil de Rianxo y otros municipios de A Coruña y Pontevedra.

El conselleiro do Medio Rural informó el mes pasado en el Parlamento gallego que en todo 2018 ardieron 2.608 hectáreas en Galicia, lo que supone apenas el triple que la superficie calcinada en el fuego de Dodro y Rianxo. Y ninguno de ellos superó las 500 hectáreas. Los trabajadores de Seaga denunciaron ayer que los 500 efectivos de esta empresa pública que depende de la Consellería de Medio Rural "están en casa" mientras "en este 2019 ya han ardido más hectáreas que en todo 2018". Critican que "parece" que la Xunta "espera a que la situación esté fuera de control para movilizar a las brigadas" y alegan que el departamento autonómico "retiró a Seaga la encomienda de incendios en aras de una supuesta unificación del servicio que no llega".

TAMBIÉN EN OURENSE

La ola de incendios en Galicia se extiende también por la provincia de Ourense, que amanece el miércoles con tres incendios activos y más de 60 hectáreas quemadas. Si a última hora del martes se activaba un foco en O Barco de Valdeorras, a primera hora de esta mañana, ya eran otros dos los fuegos que han superado la veintena de hectáreas: uno en Chandrexa de Queixa, en la parroquia de Parada Seca, y el otro en Calvos de Randín.

Trabajadores de Seaga denuncian que los 500 efectivos de esta empresa pública dependiente de la Consellería de Medio Rural "están en casa" mientras "en este 2019 ya han ardido más hectáreas que en todo 2018". Critican que "parece" que la Xunta "espera a que la situación esté fuera de control para movilizar a las brigadas" y alegan que Medio Rural "retiró a Seaga la encomienda de incendios en aras de una supuesta unificación del servicio que no llega".