La sangría demográfica se agrava en Galicia cada año. La comunidad baja por primera vez en 22 años de los 2,7 millones de habitantes y si a mediados de 2018 ya cayó de ese umbral hasta los 2.699.299 vecinos cerró el año con 2.698.875. Son 2.868 menos que a principios del año pasado, lo que supone una bajada del 0,5%, tal y como recogen los datos del Padrón Continuo publicados ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE). De hecho, solo cuatro autonomías redujeron su población el año pasado y Galicia fue la cuarta, solo por detrás de Extremadura, Asturias y Castilla y León.

Pero la sangría no afecta igual a toda la comunidad y las provincias atlánticas consiguen cambiar la tendencia negativa que seguían desde 2011. La provincia coruñesa registró 15 nuevos vecinos hasta los 1.119.366 millones y rompe ocho años de caída. Lo mismo ocurre en Pontevedra, donde el incremento fue más acusado, al ganar 721 habitantes en el último ejercicio hasta alcanzar los 942.493. De todas formas, el padrón coruñés cuenta con 27.758 personas menos respecto a 2011 „año en el que la despoblación empezó su caída„ y el pontevedrés se quedó en este periodo con 21.018 vecinos menos.

El interior gallego, sin embargo, vuelve a ser el más castigado por la despoblación. En Lugo, el padrón ya empezó a menguar en 2008 y desde entonces la población bajó en la provincia en 26.080 personas, 1.858 de ellas solo en el último año, de forma que el padrón se queda en 329.469 vecinos. En el caso de Ourense, la sangría demográfica acumula una década en descenso y los 307.547 habitantes registrados a 1 de enero de 2019 son 1.746 menos que a inicios del año pasado y 26.080 por debajo de la cifra de 2009.

Los datos del INE también recogen que Galicia es la segunda autonomía con menor peso de la población extranjera. De los 2,69 millones de habitantes en la comunidad, solo 100.524 „apenas el 3,7%„ proceden de otros países. Solo cuenta con una proporción menor Extremadura, donde los foráneos representan el 3% del padrón. Entre la población migrante, destaca el incremento de los ciudadanos venezolanos, que casi llegaron al duplicarse, al pasar de 4.886 a 9.229 empadronados en solo un año, ocupando así el segundo puesto por nacionalidad, solo por detrás de los 14.478 procedentes de Portugal. No solo los gallegos que hace décadas hicieron sus maletas retornan con sus descendientes a su tierra natal, sino que muchos venezolanos sin vínculos con Galicia también eligieron la comunidad en los últimos años empujados por la crisis económica que provoca escasez de productos básicos e inseguridad durante el régimen de Nicolás Maduro. Después de Portugal y Venezuela, Brasil es el tercer país del que más empadronados extranjeros hay en Galicia con 8.605. Le siguen Rumanía (8.147), Marruecos (7.370) y Colombia (6.211).

A la reducción de habitantes cada año en la comunidad se suma otros factores que complican el cambio de tendencia: el envejecimiento y el descenso de natalidad. Por cada pensionista apenas hay un menor de 16 años, de forma que los 679.730 mayores de 65 años que hay en Galicia suponen la cuarta parte del padrón mientras que los más jóvenes apenas representan el 13%.

Este fenómeno también se percibe al analizar la edad media, que en Galicia ronda los 47,25 años. Es la tercera cifra más alta, ya que solo en Asturias y Castilla y León la edad media es más alta con 48,3 y 47,6 años respectivamente. En dos décadas, los gallegos han envejecido seis años y cuentan con cuatro años más que en la media nacional.

Por provincias, la más envejecida de España es Ourense, con una edad media de 50,66 años. Cerca de Ourense se situaría Lugo, donde la edad media de los residentes alcanza los 49,86 años. En cuanto a las provincias atlánticas, donde se concentra la población, la cifra baja a los 46,93 años de media en A Coruña, mientras que Pontevedra sería la más joven, con 45,61 años.

En cuanto a los municipios, de los 312 concellos gallegos, 33 „uno de cada diez„ tienen menos de un millar de habitantes. Destaca el caso de Castilla y León con más de 2.000 ayuntamientos en esta situación. En el otro extremo, se sitúan los de mayor tamaño que superan los 100.000 habitantes. En Galicia, solo ocurre con las ciudades de Vigo, A Coruña y Ourense, por ese orden.

El envejecimiento baja a medida que sube el número de vecinos. En los municipios más grandes la edad media es de 42,7 años, cuatro menos que el promedio autonómico, y en los de menos de un centenar de vecinos sobrepasan los 56 años, ocho más que la cifra gallega.