Una cena de tarta de puerros, risotto de bogavante y postre de ciruela a 36 euros el cubierto. O una ración de tortilla española y jamón asado para llevar a 2,5 euros. Las plataformas de internet que ofrecen compartir menús en domicilios particulares o el envío a domicilio de comida casera ya han recalado en Galicia. Quizá para quedarse. Era una cuestión de tiempo que los vientos de la economía colaborativa alcanzaran a la cocina hogareña, como ya hace años que agitan la restauración (Just Eat, Uber Eats, Deliveroo), el transporte (Blablacar, Uber, Cabify), el turismo (Airbnb) o incluso el delivery, con la entrega de productos y recadeo (Glovo).

Pero no todos son felices con este nuevo modelo. En particular, las asociaciones de hosteleros empiezan a ver con recelo la implantación „de momento muy incipiente„ de estas plataformas de comida, tanto en el plano de la competencia como en el sanitario. "Son totalmente ilegales", denuncia fuentes de los hosteleros gallegos. "Cuando hablas de las cosas que uno hace en su casa, es un todo vale. Me recuerda a los paladares cubanos. Allí lo entiendo, pero jamás pensé que se pudiera siquiera insinuar en España", afirman. Desde los hosteleros coruñeses, su presidente, Héctor Cañete, las ven como "competencia desleal".

Algunas son como Eatwith, que se presentan como proveedores de "experiencias culinarias" en las que los usuarios abren las puertas de sus residencias como si se trataran de restaurantes: un menú cerrado, unas condiciones, un precio. De momento en la comunidad los particulares registrados apenas son cuatro (con cubiertos que oscilan entre los 12 y los 36 euros), pero el boom del capitalismo colaborativo le otorga posibilidades de expansión. Mayor implantación tiene Linkinfood, con una veintena de registrados esparcidos sobre todo en torno a las capitales urbanas. El portal pone en contacto a cocineros con comensales para compartir elaboraciones y los gastos de elaboración del propio plato. También se ofrece la posibilidad de enviar a domicilio, con un coste variable en función de la distancia. En un rastreo a la web, se puedan adquirir raciones de tortilla, pasta con setas, o palitos de pollo por dos euros y medio.

Una y otra, junto con otras web como Chefly, han sido de las primeras en meter la cuña en el mercado gallego, aunque los agentes del sector no les dan precisamente la bienvenida. "A nivel asociativo, vamos a denunciar directamente a todo el que se ponga en todas esas plataformas, ya lo anticipamos. Seremos muy estrictos. No podemos jugar con distintas reglas de juego y si alguien quiere ser hostelero, que se ponga su establecimiento", exclama un hostelero gallego.

Los problemas detectados por los empresarios son principalmente dos. Por un lado, la competencia desleal. Mientras algunos emprendedores invierten del orden de 60.000 a 70.000 euros en abrir su negocio „entre acondicionar el local, tener los permisos en regla y abonar las pólizas de seguro„ o se gastan 2.000 euros en un traspaso „a lo que se suman los costes laborales„ en estos portales los usuarios operan al margen del mercado laboral ordinario. Los hosteleros estiman que la diferencia de coste entre los establecimientos legales y los piratas „donde no hace mucho las asociaciones incluían a los furanchos„ puede alcanzar hasta un 45%.

Por el otro lado está el perjuicio para la higiene y la ausencia de controles sanitarios. Estas web instan a sus usuarios a "lavarse las manos antes y después del cocinado", a "no fumar mientras se manipulan los alimentos"o a "supervisar la conservación de los alimentos", algunos "muy delicados", como el huevo o la mayonesa. Pero los restauradores defienden el rigor de sus controles. "Así como en hostelería se produce una trazabilidad de los productos y todo el mundo sabe cuándo entran, con un manual de puntos críticos", expone Héctor Cañete, en las plataformas "se corre un grave riesgo para la salud". "Para mí es la gran locura que veo detrás de esto", sentencia el presidente de la Asociación provincial de Empresarios de Hostelería de A Coruña.

El gran debate paralelo es la regulación. Para unos empresarios no cabe ordenar el mercado mientras exista un riesgo de perjuicio para la salud. En cambio en la patronal coruñesa apuestan por intervenir y promover la coexistencia de los dos modelos con las condiciones sanitarias como prioridad número uno. "Antes o después habrá que regularlo para que se pueda convivir con ello, veremos en qué forma. Desde luego, es un tema sanitario en el que tiene que intervenir Sanidad y la Xunta inmediatamente y mandar inspectores a comprobar lo que está ocurriendo ahí. Todo lo demás es secundario", asegura Héctor Cañete.