El divorcio de los socios que se aliaron bajo la marca En Marea y hace tres años lograron el liderazgo de la oposición en Galicia va a ser de los costosos y dañinos para los protagonistas. El intento de Podemos de forzar ayer el relevo de Luís Villares como portavoz parlamentario quedó en un amago ante las reticencias de Anova y Esquerda Unida a acometer esa maniobra a las puertas de las elecciones municipales del 26 de mayo y costarle votos a las mareas locales. Sin embargo, la mayoría de ese bloque sacó adelante un documento que aparca la reorganización de portavocías que relegará al juez como mascarón de proa en la Cámara, sin concretar fecha para hacerla efectiva, alegando que ya no representa al "espacio común", sino a uno de sus integrantes, un partido "muy minoritario". La ofensiva se topará con la resistencia de Villares, que advirtió que solo abandonará el puesto si la cúpula de En Marea-partido „que controla„ se lo ordena, pues negó la legitimidad de los diputados para ello.

Este último enfrentamiento entre Villares y los críticos que han roto con el partido instrumental „Podemos, EU y Anova„ es consecuencia de las generales del domingo, a las que acudieron por separado, si bien Anova no participó. En Común-Unidas Podemos logró 236.000 votos y En Marea no llegó a 18.000.

Ante esa situación, Podemos adelantó su estrategia, que preveía desbancar al juez en excedencia tras las municipales. Los morados aceptaron posponerlo. Nueve de los 14 diputados de En Marea avalaron un comunicado que justifica la apertura de una "reflexión colectiva para consensuar" una nueva estructura de portavocías, previsiblemente rotatorias y sin Villares en primera línea.

El motivo es que tras el 28-M En Marea pasó de ser "un espacio común de confluencia" a "una fuerza política con dinámicas propias". Por ello, el grupo parlamentario ya no es una casa común, sino un colectivo de cuatro formaciones que no puede representar Villares de forma global, consideran. "No tiene ningún sentido que una persona que dirige uno de los cuatro partidos, muy minoritario, sea la persona que actúe como portavoz único del grupo", justifica el texto, en cuya votación no participaron Villares y sus afines en el Parlamento: Davide Rodríguez, Pancho Casal y Paula Vázquez Verao. Tampoco lo hizo Antón Sánchez, portavoz de Anova.

Villares compareció ante los medios tras el encuentro, que duró algo más de una hora, y avanzó su resistencia a dejar el cargo a petición de quienes, sostiene, carecen de legitimidad para exigírselo y a los que acusó de "torpeza" por abrir una lucha que "desestabiliza" a las mareas locales a un mes de que se jueguen alcaldías como las de A Coruña, Santiago o Ferrol.

"Este no es momento para intrigas ni revanchismos, ni situaciones absurdas", censuró Villares, que señaló a Podemos como culpable. "Asistimos un intento de las cúpulas de los partidos para intentar controlar por controlar [En Marea] sin saber adónde dirigirla", resumió sobre una ofensiva que "no es aceptable".

El dirigente avanzó ya que no aceptará órdenes de sus compañeros en O Hórreo, solo de la cúpula de su partido, choque de estructuras que ya se produjo en otras ocasiones, como en el incidente de Paula Quinteiro con la policía. "Los estatutos de En Marea prevén que la estructura de las portavocías las decide la organización, no el grupo parlamentario, por eso algunos no votamos", explicó sobre un conflicto que aboca a este grupo a romperse con fugas al grupo mixto, desintegración que ya sufrió en 2012 AGE, precedente de En Marea.