Tras una semana convulsa en la que no faltaron las críticas internas, como las del propio Feijóo o del PP de Castilla y León, el partido necesitaba transmitir a la ciudadanía una imagen de unidad para intenta la remontada. Y la mejor fórmula fue elegir Galicia. Cierto que la romería ya estaba programa con antelación, antes incluso de la convocatoria de elecciones generales, pero Casado decidió acudir al acto de O Pino por varias razones.

Su amistad con el presidente del Partido Popular de A Coruña, Diego Calvo, „organizador de la romería„, pero porque también eso suponía ir de la mano de Feijóo, quizás el barón autonómico más crítico con la deriva hacia la derecha de la formación.

Su presencia en Galicia le brindó la imagen de pasearse ante miles de militantes con el único presidente de una autonomía con mayoría absoluta y que ahora mismo representa como nadie el centro político en España. Y no solo eso, sino también aparecer entre abrazos y sonrisas con Feijóo, escenificando la vuelta al centro y también a los orígenes del PP desde el que iniciar el camino de la reconstrucción de una mayoría de derechas. Todo ello junto a la persona que más reproches ha realizado en la última semana a la forma de afrontar las elecciones.

Pero hay más en la elección de Galicia. Elementos más simbólicos. Como volver a una carballeira a comer pulpo, empanada y carne ó caldeiro, como hacía Fraga en el pasado y que se convirtió en una de sus señas de identidad. Otro gesto al centro.