El derrumbe de un puente en Génova el pasado verano o el accidente de O Marisquiño en Vigo tras venirse abajo una plataforma de madera durante un concierto han obligado a las administraciones a extremar precauciones y repasar el estado de las infraestructuras. Primero fue el Ministerio de Fomento que realizó una auditoría y mantiene bajo supervisión cinco puentes en Galicia tras hallar "desperfectos reseñables". Y ahora la Consellería de Infraestruturas acaba de licitar un contrato para realizar más de 1.600 inspecciones en viaductos y obras de paso en la red de carreteras autonómicas.

Suman casi 170 kilómetros de puentes, es decir, hay una de estas infraestructuras por cada tres kilómetros de carreteras. Y algunos empiezan a sufrir deterioros por el paso del tiempo. De hecho, una cuarta parte de estos viaductos fue construido antes de 1975 y hay otro 16% de antigüedad desconocida.

Según la información de la Consellería de Infraestruturas, el 43,3% de los puentes de Galicia se levantaron a partir de 2001 y otro 16,8% fueron edificados entre 1976 y 2000. Son los más modernos.

Con más de 44 años de antigüedad hay un 15,9% construidos antes de 1900 y un 8,1% que fueron erigidos entre 1901 y 1975. El más viejo de Galicia es el puente romano de Bibei, que data del 80 después de Cristo.

El 44,5% de estas obras de paso son de menos de 10 metros, el 52,2% de entre 10 y 40, el 3% de entre 40 y 100 metros y tan solo un 0,3% superan los 100 metros; según el material, la inmensa mayoría de obras, el 81,5% son de hormigón, el 16,8% son de piedra y el 1,7% son metálicas o mixtas.

La Xunta los someterá a examen para saber dónde es necesario actuar, reparar daños y rehabilitar estas infraestructuras. Para ello ha sacado un concurso dirigido a empresas de ingeniería para que se hagan cargo durante cinco años de las inspecciones. Se invertirán 1,5 millones de euros en estos controles.

Infraestruturas realiza tres tipos de revisiones en los puentes: una de tipo rutinario (cada 15-18 meses), otra en profundidad (cada cinco años) y otra de tipo especial (cuando se detectan elementos dañados que así lo justifican).

El contrato que acaba de sacar a licitación es para esta inspección en profundidad, para la que incrementará en un 16% el presupuesto respecto a otros años.

El objetivo es evaluar la seguridad y el estado de conservación de las obras de paso, asegurar el nivel de prestaciones y la seguridad de los usuarios "sin riesgos previsibles a corto plazo" y, por último, como señala la consellería, "optimizar los recursos económicos, priorizando de modo objetivo las actuaciones de conservación". La corrosión y las fisuras por elementos como el agua son algunos de los casos que provocan el mayor número de arreglos.

Para ello se realizarán inspecciones acuáticas y subacuáticas, puesto que el 76% de los puentes está sobre el agua. También se usarán drones para revisar las estructuras y camiones grúa. La conselleira de Infraestruturas, Ethel Vázquez, aseguró ayer de que el estado de los puentes gallegos "es bueno", pero se realizarán estos trabajos para garantizar su mantenimiento

Las empresas adjudicatarias deberán revisar los aparatos de apoyo, la corrosión de armaduras y reparaciones previas deterioradas, el estado de los sistemas de contención o la existencia de fisuras.

Dentro del contrato, se realizará un estudio sobre la durabilidad de los puentes y obras de paso de la red gallega de carreteras con un pronóstico sobre su vida útil. Las vías autonómicas cuentan con 5.500 kilómetros, de los cuales 170 kilómetros son puentes (hay 308 puentes de piedra y 1.497 de hormigón).

Después del verano, la Xunta extenderá esas inspecciones a los muros de contención y taludes en las carreteras autonómicas, con el fin de prevenir posibles desprendimientos.