La sangría demográfica avanza a pasos agigantados en la comunidad gallega y uno de los ejemplos que muestra la realidad de la Galicia vaciada es que en la mitad de su superficie la densidad de población es menor a 20 vecinos por kilómetro cuadrado. Pese a que el padrón de gallegos en el extranjero aumentó el año pasado en 3.157 personas alcanzando los 519.646 habitantes residentes en el exterior y la emigración contribuye a vaciar Galicia, no todos tienen que hacer las maletas. Más del 55% de la población gallega reside en el mismo municipio en el que nació y otro 24% en otro concello dentro de la misma provincia. En total, ocho de cada diez gallegos han logrado asentarse sin salir de su provincia.Y un 87% de gallegos permanecen en la comunidad gracias al tirón de las provincias atlánticas, que logran contener más población al mismo tiempo que el interior se vacía. Tanto es así que si en A Coruña y Pontevedra viven más del 85% de sus oriundos, en la provincia ourensana es del 66% y en la lucense del 63%.

El caso del litoral gallego es llamativo teniendo en cuenta que el resto de provincias con porcentajes iguales o superiores están ubicadas en la costa mediterránea „Málaga, Barcelona, Girona, Alicante, Castellón, Valencia y Murcia„ o en las islas con un 92% de oriundos de Baleares que no han emigrado y en Canarias, con un 94% tanto en Las Palmas como en Santa Cruz de Tenerife. Aunque en menor medida que las provincias de A Coruña y Pontevedra, también resisten tanto la emigración como la despoblación otras zonas de la España Verde como Asturias, Cantabria o la provincia vasca de Guipúzcoa, que retienen a más de un 80% de sus vecinos sin llegar al 85% de la costa gallega. También se mueven en esa horquilla Navarra, Zaragoza, Tarragona y las provincias andaluzas de Cádiz, Huelva y Sevilla.

Por eso, resulta llamativo que las zonas del litoral gallego sean capaces de retener tanta población como destinos del arco mediterráneo e insulares que son potencias turísticas del país. Estos datos refuerzan la tesis de que la periferia registran menor movilidad que las autonomías del interior.

Los datos del padrón publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) recogen que el interior de España es el más afectado por la despoblación con zonas donde más de la mitad de sus vecinos se ha visto obligada a salir de su provincia. Es el caso de Soria, Cuenca, Ávila y Teruel, con menos de la mitad de su censo viviendo allí. Si se hace el mismo análisis por comunidades, Extremadura, Castilla-La Mancha y Castilla y León se sitúan en los puestos más bajos al retener a seis de cada diez vecinos en sus provincias de nacimiento. La otra cara de la moneda la representa Canarias, donde el 96% de los oriundos no se marchan a buscar otras oportunidades fuera del territorio insular. También en Baleares, Cataluña y Comunidad Valenciana, más de nueve de cada diez vecinos nacidos en estas autonomías no se empadrona en otros lugares.

El paradigma de la Galicia vaciada es el interior, donde sobre todo son los jóvenes los que se van, lo que agrava el envejecimiento. De hecho, Lugo y Ourense son las provincias más envejecidas de toda España y, con Zamora, cuentan con un tercio de su población en edad de jubilación. A ese porcentaje se acercan Asturias, Ávila, León, Palencia, Salamanca y Soria, con más de una cuarta parte de sus habitantes por encima de los 65 años. También son las que más sufren la emigración con más del 25% de los nacidos en la provincia residiendo en otros lugares.