Durante la crisis económica, la Xunta arriesgó cientos de millones de euros para prestar apoyo financiero a las empresas a las que las entidades de crédito cerraban las puertas, conminándolas a la asfixia. El peligro de perder fondos públicos en esa estrategia la obligó a restringir la concesión de préstamos y avales, advertida incluso por el Consello de Contas de los impagos que iba a sufrir.

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