No siempre ocurre, pero en ocasiones la sobrepesca va unida a la pesca ilegal, no declarada y no (o escasamente) regulada.

Podría ser el caso del mar Mediterráneo, el más sobreexplotado del mundo (80% de los stocks pesqueros), donde esos casos de pesca ilegal se producen en muchos más casos de lo que era previsible y que fueron tratados en la reunión de la Comisión General de Pesca del Mediterráneo celebrada en Tirana, la capital de Albania.

Un algoritmo de detección pesquera del Global Fishing Watch ha analizado pormenorizadamente los datos recogidos durante el año 2018 que detectan la existencia de más de 28.000 horas de lo que parece ser actividad pesquera en zonas protegidas del Mediterráneo. En tres de estas, restringidas a la pesca, hay indicios de que 56 embarcaciones de pesca de arrastre han faenado (es el caso más flagrante) en el canal de Sicilia más de 14.000 horas. Desde 2017, la pesca de arrastre está prohibida en estas zonas, que son el hábitat de cría de merluza „la especie más sobreexplotada del Mediterráneo„ y la gamba blanca.

El responsable de Política de la UE de Oceana Europa, Nicolas Fournier, considera que menos del 1% del mar Mediterráneo está protegido mediante zonas restringidas de pesca, lo que equivale aproximadamente a la superficie de la isla de Sicilia. A pesar de ello, los buques de varios Estados parecen faenar ilegalmente en dichas zonas. Los datos demuestran que, aplicando bien la normativa, por ejemplo, en la zona restringida de pesca del Adriático, la protección de estos espacios ecológicos contribuye a restaurar las poblaciones de peces sobreexplotados.

Al estudio de Global Fishing Watch ya citado se puede añadir uno de la GFCM, también del año pasado, en el que se observan posibles operaciones pesqueras no autorizadas en aguas de diversos países mediterráneos (entre estos Libia, con 4.400 horas; Túnez, con 1.900 horas; Albania, con 780 horas; Montenegro, 1.800 horas, y Egipto, con 390 horas). No se ha podido verificar si estas actividades eran o no legítimas debido a la falta de transparencia de los acuerdos de acceso entre países, que deberían facilitar información sobre quién tiene permiso para pescar y dónde. Porque la transparencia, la rendición de cuentas y el mantenimiento de un sistema eficaz de vigilancias y sanción son las mejoras herramientas para hacer frente a la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada.

Pero esto es, probablemente, pedir demasiado para un área en cuyas aguas confluyen los intereses de numerosos países no pertenecientes a la Unión Europea. Y si la propia UE no siempre puede garantizar esos extremos solicitados en el Mediterráneo, ¿a quién se va a solicitar transparencias?

Difícil papeleta, con una más difícil respuesta.