La calidad del agua en muchos de los embalses gallegos destinados al abastecimiento de los hogares sufre periódicamente amenazas que ponen en alerta a la administración por su potencial tóxico. El enemigo es una bacteria similar a las algas microscópicas que en verano suele brotar con virulencia, creando tupidos mantos verdosos sobre la superficie de muchas de esas instalaciones y con riesgos asociados como malos olores e incluso afectaciones cutáneas e intestinales a las personas que la ingieran.

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