Planells, general de división de la Infantería de Marina, asumió el 1 de octubre el mando de la operación Atalanta, que se desarrolla en aguas de Somalia. No es la primera vez que participa en operaciones en el exterior. Ya formó parte del primer contingente de observadores de la misión de la ONU en Centroamérica en 1990, así como en la misión de estabilización de la OTAN en Bosnia y Herzegovina en 1999.

Año y medio después de su ascenso a general de División de la Infantería de Marina, es nombrado jefe de la operación Atalanta en Somalia de la Unión Europea. ¿Qué representa para usted este cargo?

Supone un auténtico reto. Por un lado, es la primera vez en la historia del cuerpo de Infantería de Marina que el comandante general ejerce el mando de una operación de esta envergadura, que, además de ser multinacional con una participación de 19 países de la Unión Europea, se sitúa en el más alto nivel de esta organización. Es una muy alta responsabilidad que espero saber cumplir como esperan de mí. Por otro lado, desde el punto de vista personal, supone la satisfacción de poder ejercer el mando de una fuerza internacional casi al final de mi carrera, algo a lo que todos los que vestimos el uniforme aspiramos en algún momento de nuestra vida profesional.

¿Cuál será su papel?

La conducción de las operaciones militares se realiza a tres niveles: estratégico, operacional y táctico. La función del comandante de la operación es muy sencilla de definir y muy compleja de aplicar. Básicamente, consiste en dirigir medios navales, aéreos y a casi 700 militares europeos. Pero evidentemente no estoy solo. Cuento con un OHQ (Cuartel General para la Operación en sus siglas en inglés), encargado de la dirección y apoyo desde un punto de vista estratégico, y en zona de operaciones contamos con un Cuartel General de nivel operacional embarcado (FHQ), que ejecutan a nivel táctico las operaciones que se han planeado previamente. Mi cometido será cumplir la misión que se estableció hace ahora 11 años, consistente en la lucha contra la piratería ante las costas de Somalia y la protección de los buques que el Programa Mundial de Alimentos emplea para distribuir la ayuda humanitaria entre los países de la zona, así como de aquellos otros buques que se consideran más vulnerables y que transitan por una zona de alto riesgo para la industria mercante.

¿Qué cualidades hay que tener para dirigir una operación de esas características?

No creo que sea una cuestión de cualidades, creo más bien que es más un asunto de años. Al fin y al cabo, no es más que la aplicación de los conocimientos adquiridos a lo largo de toda la vida.

¿Qué situación se vive actualmente en la costa somalí? ¿La piratería constituye aún un peligro para la navegación?

Actualmente la costa somalí vive una situación de aparente calma gracias a la continua presencia de nuestros barcos y aeronaves. Gracias a esta, se ha sabido disuadir con éxito a los piratas y los secuestros se han reducido a números mínimos a lo largo de estos años. Una de las acciones en la que también nos centramos en la operación es intentar explicar a los habitantes de la zona que la piratería no es un negocio inteligente y que existen otras actividades como la pesca con la que se pueden ganar la vida. Ello ha permitido que se orientaran hacia otras actividades que, al menos de forma directa, no suponen un riesgo. Ahora bien, somos conscientes y la comunidad internacional lo tiene asumido, de que si los barcos de la misión salen de esa zona no tardarán mucho en volver a echarse a la mar. Por eso, siempre decimos que la piratería en la zona está contenida, aun hoy se producen algunos casos, no está plenamente erradicada.

Han transcurrido 11 años desde que se abrió la misión. ¿Cuál va ser su futuro?

En estos momentos, la UE ha iniciado un proceso de revisión estratégica y probablemente tengamos una nueva visión sobre la operación. La UE es consciente de que la misión ha sido un éxito al controlar la piratería y hacer del Índico un mar más seguro.