Cuando todavía calculaban en A Coruña y comarca los casi tangibles beneficios que podría acarrear a la zona el proyecto „nunca realizado„ de Ciudad de las Rías elaborado por el arquitecto coruñés Andrés Fernández-Albalat Lois, doctor arquitecto de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid y profesor emérito de la Universidade da Coruña, el sector pesquero de esta ciudad entraba en una deriva que le conduciría años más tarde al ostracismo en el que hoy se halla y del que difícilmente podrá salir. La culpa de ello, a juicio del arriba firmante, no es otra que la escasa o nula visión de los tres organismos responsables de la pesca en el seno de la Unión Europea en lo que a Galicia atañe: la Comisión Europea, la Secretaría General de Pesca del hoy Ministerio de Agricultura y Pesca, y la Consellería de Pesca de la Xunta de Galicia. Ellos solos se han bastado para liquidar el más importante bastión de la pesca europea durante muchos años. El último de estos, 1995, cuando el de A Coruña era considerado el primer puerto de pesca fresca de la UE.

El, en tiempos de los romanos, Magnus Portus Artabrorum, se jactaba de contabilizar unos ingresos de poco más de 374 millones de pesetas (unos 62 millones de euros) en el año 1996. Pero ya entonces se percibía "un ligero y continuo" descenso del tráfico pesquero, perfectamente detectable desde diez años atrás. Eran años en los que Galicia estaba a la cabeza de la España reconocida como uno de los países con un desarrollo sumamente llamativo en el comercio de los productos pesqueros. Si bien en 1985 España contabilizaba un pequeño déficit de 19 millones de euros „que llegó a ser 25 años después de 2.325 millones„ resistía los embates de la política pesquera comunitaria. A pesar de tal resistencia, la que era un referente „con los puertos y flotas de A Coruña y Vigo como bandera„ reconocido como la armada invencible que Europa contemplaba entre admirada y envidiosa, pasó a ser el gran mercado de la pesca europea como consecuencia del acceso de España a la entonces CEE (hoy Unión Europea) en el año 1986. Fue en este año donde el puerto coruñés comenzó a escribir el final práctico de su historia como cabeza, guarda, llave y antemural del reino de la pesca europea.

El sistema de reparto de cuotas no pudo haber sido más nefasto para Galicia y, particularmente, el puerto coruñés. Por este reparto no se ha podido garantizar la estabilidad de una región muy dependiente de la pesca y, menos todavía, la de unas flotas que, primero en la coruñesa dársena del Muro y posteriormente en la de Oza, ha visto cómo la exportación y desguace de buques marcaban el paso de la oca camino de la derrota total.

España perdió peso relativo y Francia, Reino Unido, Irlanda y Holanda lo ganaron incrementando el superávit comercial que ya disfrutaban en 1985 (un año antes del acceso de España a las Comunidades europeas).

La estabilidad relativa (todavía hoy un hándicap para las flotas españolas y de manera más que evidente para las coruñesas) redujo drásticamente la capacidad de las mismas al carecer „o no disponer„ estas de posibilidades de pesca. Algunos Estados miembros como Reino Unido o Irlanda han puesto siempre la proa a los intentos de España de modificar, cuando menos, tal sistema de estabilidad. En el período 1985/2011 los seis Estados miembros con una cierta dedicación a la pesca (España, Dinamarca, Holanda, Irlanda Reino Unido y Francia) en aguas atlánticas disponían de una flota de 30.060 unidades con una suma de 1.050.343 GT. De tal cifra, España asumía el 36% de la flota (en su mayoría gallega con base en A Coruña, Vigo, Ribeira y Burela) y el 39% de los GT. Años antes, en 1984, España (que no pertenecía a la CEE) tenía el 37% de la flota comunitaria y el 52% de los TRB (todavía no se utilizaban como unidad de medida los GT). En 2011, mientras España representaba el 39% de la flota de la Unión, Dinamarca encabezaba el ranking de países pesqueros por el número de sus barcos. (En 1985 España tenía más de la mitad de las TRB de las flotas de estos seis Estados miembros y en 20 años, Irlanda aumentó su flota y su capacidad pesquera. España, sin embargo, reducía en ambos sentidos todo aquello por lo que, desde Galicia „especialmente con la lucha denodada de una organización propia de este puerto como fue Arpesco, liderada por Jesús Etchevers„ se batallaba en todos los frentes comunitarios. Por todo ello España aumentó considerablemente sus importaciones de pescado „lo que se hizo evidente y doloroso en el puerto de A Coruña„ y, en mucha menor medida, sus exportaciones. De aquellos polvos, estos lodos: la UE, el sistema de reparto de cuotas y el principio de estabilidad relativa han sido el corsé que ha venido asfixiando una flota y un puerto (A Coruña) que fueron modelo codiciado por Euro.