Aumentar el uso de la biomasa como fuente de energía renovable constituye uno de los objetivos de la Xunta para rebajar la huella ecológica de la sociedad gallega y reducir el impacto causante del cambio climático. A las ayudas públicas concedidas a ciudadanos y empresas para instalar calderas de este tipo, el Ejecutivo une un plan para emplearlas como vía de calefacción para grandes complejos administrativos. Tras ejecutar su proyecto piloto en su sede central de San Caetano, en Santiago, aborda ahora una extensión de esta modalidad a colegios y otras oficinas, siguiente paso de su estrategia para abrazar este tipo de energía.

El año que viene instalará un sistema de calefacción de biomasa en el complejo educativo de A Xunqueira y está analizando aplicarlo también en las oficinas del antiguo Hospital Xeral de Lugo, mientras que ya lo está instalando en la sede de la Axencia de Turismo de Galicia, situada a las afueras de Santiago de Compostela.

El impulso a la biomasa es una de las mas 170 medidas que contempla la Estratexia Galega de Cambio Climático e Enerxía 2050, una hoja de ruta para reducir la contaminación generada por Galicia. El objetivo de la Xunta es reducir las emisiones de gases contaminantes un 25% en 2030 y un 81% en 2050 respecto a 1990. En tres décadas, prevé un nivel técnico de emisiones cero: los gases producidos serán equivalentes al dióxido de carbono absorbido de forma natural por la vegetación.

En el terreno energético, la Consellería de Economía pretende impulsar los llamados district heating o district cooling, que no son otra cosa que sistemas de calefacción o refrigeración centralizados, pero alimentados mediante biomasa. A partir de 2014, ya impulsó este tipo de generación de energía con ayudas, pero ahora quiere dar un paso más con estos nuevos sistemas de alimentación centrales para grandes complejos. El año que viene será un paso más en la estrategia de ampliación.

Además, Economía primará el uso de biomasa en las licitaciones de contratos públicos, en lo que puntuará más cuanto menor sea la huella de carbono asociada, e impulsará la innovación vinculada a novedades en el uso de materias primas, como restos de podas o vides, explican fuentes del departamento dirigido por Francisco Conde.

Este año las ayudas para la instalación de calderas alcanzan los 6,73 millones de euros, de los que 2,05 están destinados a familias mediante 800 proyectos con una inversión asociada de cuatro millones; 1,55 para empresas, ayuntamientos, diputaciones y entidades sin ánimo de lucro (100 proyectos con inversión total de 3 millones); 2,75 millones para el sector público autonómico (15 proyectos); y 400.000 euros (11 proyectos con inversión asociada de 1,03 millones).

Con estas subvenciones, Economía prevé la instalación de 1.000 calderas nuevas que sumarán 30 megawatios de potencia y supondrán 10 millones de euros de inversión total. Su uso permitirá elevar el consumo de biomasa en 10.500 toneladas anuales, lo que supondrá el ahorro de cuatro millones de litros de gasóleo por ejercicio y evitará la emisión de 13.000 toneladas al año de CO2.

Estos datos se sumarán a los logrados desde 2014, fecha en que se puso en marcha la estrategia autonómica de biomasa. Entre 2014 y 2018, se instalaron 6.100 calderas, sistema que se emplea en 72 edificios públicos.