"Hay muy poca tierra a la venta, muchos terrenos abandonados; los márgenes cada vez son más reducidos y la superficie útil cada vez es menor porque se cierran explotaciones ya que no hay relevo generacional". Con estas palabras resume Roberto García, secretario xeral de Unións Agrarias (UUAA), las causas más importantes por las que el precio de la tierra agrícola encadenó el año pasado su tercer ejercicio al alza.

Para que haya más movimientos de tierras en Galicia, García apuesta por varias recetas. "Es imprescindible movilizar más tierras y que sean productivas, para ello es fundamental incluir elementos fiscales. Por una parte, para provocar la entrada de parcelas en el mercado y, por otra, para incentivar los contratos de arrendamiento a largo plazo", explica.

Roberto García se queja de que haya 600.000 hectáreas de tierras abandonadas susceptibles de convertirse en suelo agrícola y en este apartado considera que el Banco de Terras tiene un papel fundamental para facilitar el acceso a esas parcelas. La Xunta creó el Banco de Terras en 2008, con el que se pretenden movilizar terrenos y hacerlos productivos al actuar como mediador entre los que necesitan ese suelo y los que lo quieren arrendar. En estos momentos, la Consellería de Medio Rural gestiona más de 10.500 propiedades con una superficie total que ronda las 5.500 hectáreas. Solo están alquiladas el 16%.