Fue el comentario del día desde Sada a Miño, desde Miño a Pontedeume, desde Pontedeume a Ares y desde Ares a Galicia entera. Te asomas a la baranda junto al Café Playa, en la Playa Grande, o en cualquiera de los arenales de este territorio donde puedes salir a pasear con el perro cuando amaina el temporal y allí los ves. Son los mercantes fondeados, una estampa que forma parte del paisaje como el Puente del Pedrido o la Torre de los Andrade. "A veces hay cola, más que en la autopista", asegura con sorna Fernando Martínez, que ayer se acercó a ver el Blue Star, que significa Estrella Azul, junto a decenas de personas. A pesar del accidente marítimo, la sensación era de alivio. "Lo importante es que no hubo víctimas", "no llevaba carga", "de la que nos libramos", "menos mal que esto no fue un Prestige", eran los comentarios más repetidos entre los curiosos.

En la memoria colectiva de los gallegos, de los coruñeses, hay precedentes terribles que devuelve el mar cada cierto tiempo: el Urquiola en el 76, el Casón en el 87, el Mar Egeo en el 92, el Prestige en el 2002. Son nombres asociados a la borrasca. Hoy es distinto porque "hubo suerte", y más y mejores medios, a pesar de las circunstancias adversas que llevaron al encallamiento del Blue Star en la zona de punta Miranda. Pero el estigma sigue ahí: por ejemplo, las reacciones políticas fueron mínimas en el día de ayer.

El debate acerca del puerto refugio para el que nació punta Langosteira tras el Prestige sigue vivo 17 años después del hundimiento del buque petrolero frente a A Costa da Morte. Llevaba 77.000 toneladas de fuelóleo. También se accidentó en una tormenta y en noviembre.

El caso es que más allá del tipo de mercancía que transporte un buque, en caso de temporal los mercantes buscan el fondeadero natural de Ares. Es su zona de recalada, la que les permite guaracerse y situarse al abrigo hasta que el tiempo amaine. Era así históricamente hasta que en 2014 fue reconocida oficialmente como zona de servicio de los puertos de Ferrol y de A Coruña, tal como se encargó de publicar hace cinco años el Boletín Oficial del Estado (BOE). La medida implica que las autoridades portuarias tienen que garantizar a los barcos que utilicen esas zonas determinados servicios que hasta entonces no tenían asegurados como el relevo de sus tripulaciones; reparaciones menores que no precisen la entrada en astillero; avituallamiento de víveres; combustible y otras provisiones. La medida fue saludada entonces por las autoridades portuarias porque una zona de fondeo "segura" atraería más tráfico y optimizaría la ocupación de las líneas de atraque. A partir de la tormenta Cecilia habrá que replantearse lo de "segura".