El fondeadero de Ares es el referente. Y en este se hallaban fondeados el viernes loco de la semana pasada, el quimiquero Blue Star y otros cuatro buques más. Todos ellos, a la espera de que las olas de cinco metros y los vientos casi huracanados amainaran. Pero el quimiquero maltés garreó. Por lo que fuere, su capitán no dió más grilletes y optó por abandonar el lugar de recalada en el que se hallaba. Perdió el ancla de babor (la de estribor continúa en su lugar de descanse: en el costado del buque perfectamente asentado en su embarrancada). A proa, y con el bulbo perfectamente visible y sin apoyo en las rocas, la tierra de As Mirandas. A popa, todo un castillo de roca viva en la que ha encajado el barco cuando, en pleamar y con olas como las citadas de cinco metros, pasaba a engrosar la larga historia de naufragios de la costa gallega. ¿Esperanzas? De poder sacar el buque de su jaula, pocas, por no decir nulas. Pero los técnicos de la Smit Salvage y sus medios hacen pensar que los milagros existen. Han sacado barcos en peores condiciones que el Blue Star. Y este, quimiquero como queda dicho, ofrece mayor resistencia gracias a los numerosos tanques que configuran el centro de cubierta. Difícil, muy difícil, si; pero posible. Me lo han hecho creer, y es probable que lo logren.

De momento, confianza en que se pueda lograr que el Blue Star pueda ser retirado de su lecho de arena y rocas. Los tanques de carga están intactos, a pesar de la evidencia de que el forro exterior ha cedido en algunos puntos, asaetado por las cortantes piedras debido al movimiento que originan las olas machaconas. El buque ha pivotado. En tierra finalizan los trabajos de instalación de la infraestructura para la extracción del combustible. Mientras, se ultiman los detalles del plan a desarrollar y que, por responsabilidad, corresponde aprobar a la capitanía marítima de Ferrol.

Se prepara, por tanto, el inicio, hoy, de la actividad de trasvase de fuel y gasóleo mediante tirolinas entre el quimiquero y tierra firme. Unas cien toneladas de combustible. Y se habla de flotabilidad mientras se contempla con incertidumbre un barco atrapado por las rocas, con piedra a proa y popa.

La maniobra asumida por el capitán del Blue Star abandonando el fondeadero de Ares, correcta, dicen los marinos. Para otros, no tanto. Control marítimo tuvo monitorizado siempre, me dicen, al Blue Star. Y lo creo. Unos y otros se jugaban mucho. Y a nadie le gusta perder un barco y menos, de tan solo ocho años de antigüedad. Fuera de Ares, cerca de la entrada de la ría de Ferrol, se incendió la máquina. Pérdida de propulsión y, por ello, de gobierno. Se habrá activado el CO2 para extinguir el fuego. Y al conocerse la incidencia, dos remolcadores „uno desde Ferrol, el otro desde A Coruña„ se ponen en marcha para auxiliar al buque a la deriva. Puede más el viento y los remolcadores no llegan a tiempo. El Blue Star se va contra la costa. Y en esta continúa. Mucho me temo „por más que quiero creer a los técnicos„ que para convertirse en víctima del soplete, porque la piedra de la costa gallega no suelta fácilmente sus presas. Ojalá me equivoque.