El buque quimiquero Blue Star ha dejado de ser fotografía. Ahora forma parte del paisaje del puerto exterior de Ferrol, donde se le practican revisiones submarinas para determinar su estado y aplicar, donde se determine (probablemente en Navantia), las reparaciones a que haya lugar para que pueda continuar realizando sus funciones en cualquier mar. Pero también se han acabado las especulaciones „que las ha habido y, probablemente, continúen soterradamente, en torno al papel desempeñado en este incidente/accidente por el capitán del buque, del que por cierto ni siquiera se ha mencionado „cosa rara„su nacionalidad englobada esta en las tres mayoritarias de los tripulantes del navío„. Sobre todo, se ha puesto fin a las pseudo investigaciones de aquellos contramaestres de muralla que continúan buscando malas o indebidas prácticas allí donde ellos, probablemente, no han llegado nunca a decidir. La mar es así, y entre los marinos la vida tranquila en tierra no siempre ocupa todo su mucho tiempo de ocio.

No, no ha habido mala praxis en la ejecutoria del capitán del quimiquero maltés. Lo aclarará, a su debido tiempo, la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM). Y no lo dice el arriba firmante: lo dicen marinos que siguen en las máquinas y los puentes de buques que navegan de verdad y no son de papel. Marinos que certifican que la maniobra de abandonar el fondeadero de la ría de Ares, comprobado que el Blue Star garreaba aquella dura noche de noviembre de hace una veintena de días, no contraviene ningún manual y que es lo recomendable para capear y, de ser necesario, esperar la ayuda que, teóricamente, tendrían que haberle prestado dos remolcadores dispuestos para ello en los puertos de A Coruña y Ferrol. La operación de estos se complicó por el incendio, inesperado como casi siempre en la sala de máquinas del quimiquero, y la tardanza de ambos remolcadores „culpen al mal tiempo„ en llegar a donde se suponía tendrían que prestar sus servicios. El buque maltés se fue a las rocas de As Mirandas y durante casi 18 días aguantó los embates de las olas y los flashes de todo tipo de cámaras con la fortaleza propia de un buque de doble forro, con una estructura concebida para aguantar carros y carretas a base de tanques y más tanques perfectamente distribuidos. Muchos de estos tanques, por no decir casi todos, han quedado para reparación; pero han cumplido su misión. En este caso, resistir en la cama de piedra „como en la famosa y vieja canción mejicana„con piedra asimismo en la cabecera. La tripulación, a salvo, lo importante era evitar derrames, un peligro que se soslayó con la profesionalidad de los técnicos de Smit Salvage. La misma profesionalidad demostrada por los tripulantes de los remolcadores Union Princess y Boka Pegasus que, con la inestimable ayuda del mismo mar que llevó a las piedras al navío maltés, participó en el reflotamiento del buque.

Centenares de barcos de todo tipo „incluidos el Polyconmmander, el Erkowit, el Andros Patria, el Urquiola, el Cason, el Aegean Sea, el Prestige, etc.„ señalan las costas de Galicia como referencia de vida y muerte en el mar. Pero el caso del Blue Star finalmente no da ya para más crónicas. Ni siquiera para las de aquellas personas que esperaban un justificado "Nunca Máis" porque, dicen, la costa gallega está como estaba hace 18 años, cuando el Prestige enmerdaba parte del Atlántico y todo el Cantábrico (hasta las costas de Francia) por una actuación injustificadamente mala de, sobre todos, los responsables de la dirección de las operaciones de intervención que llevaron el petrolero de uno a otro lado hasta que este se hundió tras haberse partido en dos. Lo que teníamos entonces, y lo que tenemos hoy, no tiene punto de comparación.

A expensas, pues, de lo que diga la CIAIM, no hay caso. Lo que no quiere decir que este se cierre definitivamente con el sellado de tanques del Blue Star en un astillero ferrolano. Ah, y tampoco correrán los euros, como el caso del Prestige, porque esta vez la cartera no viaja bajo el brazo y los hilillos de plastilina no han afectado al área del fondeadero.

Si acaso, ayudas para los pescadores y mariscadores que, durante esos 20 azarosos días no han podido faenar en una zona rica en marisco. Este, como es sabido, alcanza buenos precios en fechas como las actuales dada la proximidad de las fiestas navideñas.