No hay pueblo de Galicia donde no haya sido paseado algún vecino y sus restos sigan enterrados en una fosa que los más viejos del lugar tienen aún hoy en su memoria. Cunetas, montes, tapias de cementerios... Algunos desconocen el paradero de sus padres, tíos, abuelos o hermanos, pero rebuscan en sus recuerdos y en los de vecinos e incluso desconocidos para tratar de averiguar cuál fue su destino. Otros siempre supieron donde fueron sepultados aquellos cuerpos vencidos por el franquismo, pero todavía hoy, 80 años después del final de la Guerra Civil, rezan por recuperar los restos de sus allegados. En busca de una luz que los saque de las tinieblas de la represión, cientos de familias han recurrido al equipo de voluntarios de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), que desde el año 2000 tratan de poner nombre a los cadáveres que dejó el régimen de Franco. Hasta el momento 61 familias gallegas han puesto punto final a su busca contra reloj. En total, 19 fosas abiertas en la comunidad gallega desde 2003 y 55 cuerpos recuperados, y otras cuatro excavaciones con 6 víctimas gallegas realizadas en otros puntos del país.

Pero los trabajos en otras 10 tumbas del franquismo en busca de 33 víctimas gallegas no permitió todavía a sus familiares darles sepultura ya que sus restos no fueron encontrados en esos enterramientos —A Capela (A Coruña), Mondoñedo, O Incio, Saa y Castroncelos-A Pobra de Brollón (Lugo), Beade y Mosteiro de Ribeira (Ourense) y San Salvador de Budiño, San Pedro de Tenorio, y San Fiz de Gález (Pontevedra)—.

El tiempo juega en contra de quienes rebuscan en el pasado y luchan contra quienes les llaman a olvidar. El reto del equipo de voluntarios de la ARMH es devolver a sus familiares los restos de cuantos fueron paseados durante el franquismo, pero la avanzada edad de los solicitantes impide que muchos puedan decir que aquellos huesos vencidos de sus allegados "descansan en paz".

Desde que la ARMH realizó la primera exhumación en España en octubre de 2000, en Priaranza del Bierzo, han contactado con el equipo de voluntarios de manera oficial, es decir, mandando ficha con los datos de la persona a la que se busca un total de 111 familias gallegas. "Son incontables las familias que se han puesto en contacto con nosotros a través de correo electrónico pidiendo información", detalla Carmen García-Rodeja, investigadora de la ARMH. En la actualidad, el colectivo está documentando 20 casos nuevos en la comunidad tras las peticiones recibidas de familias de desaparecidos en el último año. "Están en proceso de investigación; es un trabajo laborioso", detalla García-Rodeja, ya que en los últimos meses el colectivo ha recibido cientos de nuevas peticiones de todo el territorio nacional y están documentando cada caso.

La ARMH ya tiene preparada la hoja de ruta en Galicia para la próxima campaña de exhumaciones. El equipo de historiadores y arqueólogos trabaja para abrir tres fosas el próximo año en la comunidad, con un trabajo de investigación en alguno de los casos "muy complicado". La previsión es realizar tres exhumaciones: Neda (A Coruña), Bravos-Ourol y Fornelas-Pobra do Brollón (Lugo).

Durante los casi 20 años que llevan recorriendo el país para recuperar los restos de los represaliados durante la dictadura, el grupo de voluntarios originario del Bierzo leonés abrió más de 200 fosas en toda España, 29 de ellas en Galicia y ha puesto nombre a más de 1.400 desaparecidos, un total de 61 gallegos. La primera fosa abierta en Galicia se produjo en Soutadoiro (Ourense) en el año 2003, donde fue encontrado el maquis jienense Miguel Cardeñas. Y fue en 2005 cuando se realizó la primera exhumación de una víctima gallega: en Portomarín se recuperaron los restos del alcalde socialista de Castro de Rei Severino Rivas, asesinado el 29 de octubre de 1936. Los últimos trabajos a pie de fosa en Galicia se llevaron a cabo este verano, el pasado mes de julio en Chandrexa de Queixa (Ourense), donde se recuperaron los restos del guerrillero antifranquista Benito Fraga Pita.