Ese pequeño cuarto oscuro en el que desparecían en un momento determinado, siempre fue para mí una especie de habitación en la que los compañeros gráficos, los fotógrafos en general, se enfrentaban a un futuro incierto. Sabían lo que habían fotografiado, lo que querían mostrar al mundo, lo que perseguían en el momento de pulsar el disparador; pero desconocían „hasta el momento de poder comprobarlo„ lo que habían logrado aprehender en el instante mismo de dar por realizada su obra maestra. Y hoy, cuando no hemos hecho sino comenzar en nuevo año en el que las tecnologías lo son todo, suenan las sirenas de las ambulancias que indican que el sector pesquero está en cuidados intensivos tras haber pasado por los paliativos e incluso alguna que otra intervención quirúrgica que, de entrada, otorgó ánimos para continuar adelante. Pero la medicación aplicada no fue la que la pesca precisaba y, mala mar me deixe (frase de uso común en el puerto de Cariño, mi pueblo pixín) todo lo avanzado se fue polo mar abaixo a partir del año 1986, referencia inexcusable si se pretende analizar el devenir de un sector que lo fue todo para la Galicia costera y que, en la actualidad, no es sino la añoranza de tarrafas, xeiteiras, racús, cerco, rascos, naseiros, arrastre, etc., que, a día de hoy, dependen de la capacidad negociadora de España y, muchas veces, su propia iniciativa para comprar cuotas que a otras comunidades autónomas o Estados miembros de la UE sobran y que son el efecto de un reparto para nada justo de las posibilidades pesqueras de una Europa a la que muy diversas pesquerías se le escapan al Norte, siempre al Norte. Aquí, más temprano que tarde, me dice un veterano patrón de pesca, irán a parar especies como la sardina, el jurel, la caballa, merluza, platija, arenque, lenguado, rodaballo o bacalao. etc. que la flota comunitaria tiene como casi al alcance de sus distintas flotas y que estas no podrán capturarse porque el desplazamiento de los barcos será tan costoso que la pesca resultará irrentable y dejará de existir para desgracia de los pescadores y la pervivencia de las poblaciones que, en la costa, se nutren de los beneficios de la pesca.

Para entonces no habrá ya nada ni nadie que culpe a la falta de relevo generacional para mantener vivo el sector pesquero. Este se habrá hundido al comprobar que no puede superar el temor a enfrentarse "a lo que venga" (por utilizar el pensamiento de Eleonor Roosevelt) y que le ha llevado a desguazar o vender sus buques tras un largo adiós de muchas décadas durante el cual los agentes comunitarios no han sabido dar con la tecla que todo lo arregla.

Sí, el cuarto oscuro es lo que tiene: entras en él, pero nunca sabes qué vas a encontrar en el mismo. Y cuando enciendes esa luz que todo la tamiza, tampoco obtienes la realidad. Ni siquiera la de las paredes. Hasta que las actuales lámparas led ponen con su luminosidad al alcance de tus ojos lo que la estancia antes oscura guarda: no queda nada de lo que imaginabas había. Se ha ido todo polo mar abaixo, o demo me coma. Y nada puedes recuperar. Nada, sino el recuerdo, la añoranza de lo que fue.