La cercanía de las elecciones municipales acelera el gasto local en obras, bien para concretar los proyectos iniciados con el mandato, bien para aprovechar el tirón que puedan generar las inversiones para cazar votos, reformando plazas, peatonalizando calles o inaugurando centros sociales, por poner dos ejemplos. El desembolso de concellos y diputaciones en 2018, antes de la cita con las urnas de mayo del año pasado, se disparó un 26% hasta los 407,7 millones, 84,2 más que el ejercicio previo y la segunda cifra más abultada en los últimos siete años.

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