Algunos tardaron décadas en regresar a su tierra, pero la mayoría nunca volvió. Más de 5.000 españoles murieron entre 1940 y 1945 en campos de concentración nazis. En el caso de Galicia, fueron casi un centenar los que no superaron los trabajos forzosos en las canteras, la hambruna detrás de las alambradas „apenas tenían una morcilla de un kilo para 20 y un pan para seis„, el frío invierno en los barracones, los experimentos médicos, las cámaras de gas o los hornos crematorios. 75 años después de la liberación de Auschwitz, los supervivientes y los familiares de los deportados fallecidos en los campos de exterminio dicen no tener odio ni querer venganza para quienes los declararon apátridas y los llevaron a los horrores de la vida. Solo reclaman verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.

En la búsqueda de esa venda que proteja una herida que todavía hoy sigue abierta, una veintena de familiares de víctimas del holocausto nazi han decidido cruzar el Atlántico. A más de 10.000 kilómetros de la tierra buscan una justicia que en la tierra de la que hace casi ocho décadas muchos partieron para no regresar jamás no encontraron sus padres, hermanos, tíos o abuelos. Una veintena de gallegos, seis de ellos de la provincia de A Coruña, se han sumado a la querella argentina con la que familiares de víctimas del franquismo y represaliados de la dictadura, de la mano de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), pretenden sentar en el banquillo de los acusados a los torturadores que aún hoy están vivos.

Con motivo el próximo lunes del Día Internacional de las Víctimas del Holocausto, la ARMH, grupo originario del Bierzo leonés promotor de las primeras exhumaciones del franquismo, presentará por primera vez en España denuncias de casos de deportados gallegos en campos de concentración nazis. El colectivo acompañará en los próximos días a los familiares en diversos actos, desde la comunicación pública de las denuncias, como la presentación en el Consulado, así como conferencias y exposiciones. En A Coruña, la presentación de la denuncia se hará el lunes a las 19.30 horas en la Casa Museo Casares Quiroga. El colectivo considera que para los familiares es "reparador" que por primera vez un organismo oficial, en este caso el juzgado nacional número 1 de Argentina, recoja oficialmente "tantos padecimientos nunca reconocidos a las víctimas gallegas del holocausto nazi". "Víctimas que lo fueron porque el Estado franquista, a sabiendas de lo que sucedía, permitió su deportación a pesar de las reiteradas solicitudes de la embajada alemana y de muchos familiares para cambiar el destino trágico de estos hombres y mujeres republicanos", lamentan desde la ARMH, promotora de las denuncias en colaboración con los expertos Carlos Hernández y Benito Bermejo, y la abogada Ana Messuti.

A la causa promovida hace ya diez años en Buenos Aires por Darío Rivas, hijo del alcalde republicano de Castro de Rei asesinado en 1936, se sumarán los casos de los coruñeses José Alvedro Villaverde, Martín Ferreiro, Francisco Pena Romero, Manuel Rodríguez Louro, Antonio Suárez y José Seijas Insua.

José Seijas Insua (Carral 1911-Gusen 1941). Ingresó en la Guardia Civil de Asalto en noviembre de 1934. El que se esperaba un futuro prometedor con su mujer y su hija en Barcelona se truncó al estallar la Guerra Civil. José se ve obligado a huir a Francia y su familia regresa a su tierra natal, Carral. Hambre, frío, desolación, incertidumbre y desesperación. Es el día a día que pasa en el campo de concentración de Cyprien. Las cartas que escribe a los suyos desde la Alemania nazi son la única esperanza de la familia sobre su vuelta a casa. Pero los días pasan y no llegan nuevas palabras de aliento. 27 de diciembre de 1950: la peor de las noticias se confirma. Es una carta, pero no la escribe José. El remitente, el Ministere des Anciens Combattants et Victimes de Guerre que confirma a la familia que José Seijas ha fallecido. Con el paso de los años, los familiares conocen su periplo por Mauthausen y, finalmente, el campo anexo de Gusen, donde a los deportados trasladados solo les esperaba la muerte.

José Alvedro Villaverde (A Coruña 1907-Gusen 1941). La vida acomodada que tenía en A Coruña dio un giro con el inicio de la Guerra Civil. Sus tías decidieron enviar a José Alvedro a Francia para evitar que la contienda arruinase su vida. Pero desde que salió de su tierra natal poco se supo de él, hasta que llegó una carta de defunción. Con el número de prisionero 30988, sobrevivió poco más de un año a los trabajos forzados, el maltrato y el hambre diaria en Mauthausen.

Manuel Rodríguez Louro (Dumbría 1916- Gusen 1941). Marinero de profesión, en julio de 1937 huye con su hermano al monte Pindo para evitar su incorporación al Ejército. Junto con sus 12 compañeros huidos, Manuel es protagonista del secuestro del barco AS, con el que llegan a Bristol. Denegado el asilo por las autoridades británicas, regresan a España e ingresan en el bando republicano. Tras cruzar la frontera en febrero de 1939, ingresa en el campo de Argelès-sur-Mer. En septiembre de 1941 fallece gaseado en Gusen.

Martín Ferreiro Álvarez (Cerdedo 1892-Gusen 1941). Hijo de cantero, se trasladó a la ciudad de A Coruña, donde se adscribió a Izquierda Republicana y fue concejal de Obras y teniente de alcalde. Tras la sublevación de julio de 1936 y la detención de la corporación municipal y del Gobierno civil de A Coruña, se esconde en su aldea natal y desde allí pasa a Portugal. Combate en Levante y Cataluña. Con la derrota del bando republicano, pasa a Francia Desde distintos puntos del país galo, antes de su detención por los alemanes, escribe varias cartas a su mujer y a sus hijos haciéndose pasar por una institutriz. Entre mayo y junio de 1940 es capturado y deportado a Mauthausen. En noviembre de 1941 fallece en Gusen. Su familia se entera tras la liberación de los campos nazis por la carta de un compañero en los barracones del exterminio nazi.

Antonio Suárez Blanco (Malpica 1907-1979). Con el golpe de Estado, huyó de Malpica con otros 10 republicanos en junio de 1937 en una lancha de motor. Deportado a Mauthausen, donde ingresó en enero de 1941 procedente de Trier, fue trasladado a Gusen el 8 de abril de ese año. Sobrevivió al exterminio. En 1948, al tener noticias del indulto franquista, se presentó en el Consulado de Nueva York de manera voluntaria. En junio de 1949 fue condenado a seis años de cárcel y fue indultado de la totalidad de la pena en abril de 1951. Fue su billete de vuelta a Malpica.

Francisco Pena Romero (Boiro 1909-Vigo 1992). Desertó del Ejército franquista para combatir con el bando republicano. Tras su paso a Francia, estuvo confinado en Le Barcares. El ejército alemán lo detiene en junio de 1940. Del campo de prisioneros de guerra de Estrasburgo es deportado a Mauthausen.Hasta la liberación en mayo de 1945, sufrió en sus carnes las duchas heladas durante la madrugada y aquella alambrada electrificada. También fue testigo de ejecuciones sin causa ni motivo de cientos de compañeros.