La reactivación de la producción de cobre en la mina situada en los municipios de Touro y O Pino es ya historia. Como lo fue en 2013 el intento de reabrir el yacimiento de oro de Corcoesto. La Xunta ha rechazado el proyecto de Touro por "falta de sostenibilidad ambiental". Durante los últimos años, el Ejecutivo gallego siempre defendió que "la Xunta nunca autorizará un proyecto que atente contra la salud, el medioambiente y la legalidad".

La gran contestación social, como en el caso de Corcoesto; las más de 1.200 alegaciones al proyecto procedentes de colectivos vecinales, ecologistas, sociedades científicas y concellos, y, sobre todo, dos informes "desfavorables" e "insalvables" de Patrimonio Natural y de Augas de Galicia han tumbado la idea de reabrir la mina, activa entre 1973 y 1986. La conselleira de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez, firmó ayer la declaración de impacto ambiental negativa que da carpetazo a la actividad minera en la zona.

El proyecto, reconoce la Xunta, "tal y como estaba redactado no garantizaba la sostenibilidad ambiental". Los informes técnicos recogen la afectación de la nueva explotación en la "calidad de las aguas" de los municipios de O Pino y Touro, y aseguró que "si hay un desastre" no se garantiza la protección de una zona de especial conservación. Sobre la posible influencia de la contestación social, especialmente de los vecinos de Touro, en esa decisión, la conselleira sentenció que no tuvo importancia "en absoluto". Según Vázquez, "son los técnicos los que tienen que informar y ninguna manifestación pesa, solo faltaba", exclamó.

Las principales críticas contra el proyecto minero eran las siguientes:

Eliminación de masa forestal. Los colectivos contrarios a la mina denunciaron la eliminación de "341 hectáreas de masa forestal y 150 hectáreas de cultivos y vegetación natural".

Pérdida de empleo. La puesta en marcha de la mina afectaría a unos 150 puestos de trabajo de los sectores agrícola y ganadero, las industrias derivadas de la leche, las actividades de explotación forestal y los negocios hosteleros y de servicio.

Balsa de lodos. El proyecto pretendía crear dos depósitos de residuos estériles y cuatro vertederos, que ocuparán "en total casi 300 hectáreas", lo que sería en torno a "300 veces el Estadio Santiago Bernabéu", según los detractores del proyecto.

Voladuras diarias. También se preveía una media de seis voladuras diarias de entre 9 y 16 toneladas de explosivo "a menos de un kilómetro de distancia de 20 núcleos de población".

La empresa rebatió todas estas acusaciones, pero no fueron suficientes.

Ahora, la declaración ambiental negativa de la Conselleira de Medio Ambiente será trasladada a la Consellería de Industria para que se ponga fin al proyecto. Vázquez explicó que la vía que le queda a San Rafael, la empresa que promueve el proyecto, "como todo promotor", es la de "recurrir al contencioso". En la actualidad, la mina es utilizada por Explotaciones Gallegas como cantera para extraer áridos.