El portavoz de En Marea, Luís Villares, ha anunciado esta mañana que no concurrirá a las elecciones primarias de su partido para elegir candidato a la presidencia de la Xunta y, por lo tanto, da un paso atrás en la primera línea política.

Después de que el proyecto que él lideraba consiguiese en 2016 ser la fuerza de la izquierda más votada, una legislatura más tarde ha decidido dar un paso atrás acreditando, ha dicho, visiblemente emocionado e incluso por momentos lloroso, que él vino "a hacer política y no a ser político. No vine a perpetuarme en ningún puesto".

En una rueda de prensa llena de críticas a las cúpulas de Podemos, Anova y Esquerda Unida ha confesado que durante estos cuatro años al frente de En Marea sintió que la llamada con la que los dirigentes de esos partidos recurrieron a él para representar el proyecto de unidad popular en el verano de 2016 fue "una trampa" porque resultó, a su entender, una "excusa" para que "los de siempre pudiesen hacer lo de siempre".

“Dejo la política y vuelvo a mi puesto de trabajo”, ha confirmado Villares, que pidió una excedencia en el verano de 2016 de su puesto como magistrado en el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG) para ser entonces el cabeza de cartel del partido instrumental En Marea.

Ha rememorado Villares su llegada a la política en el verano de 2016 cuando lo llamaron para participar en un proyecto “plural” que, sin embargo, no fue tal. “Las cúpulas impidieron desde el primer momento que esa alternativa ciudadana de base floreciese plenamente”, ha certificado.

A lo largo de este tiempo se ha sentido “un bicho raro” y un “intruso” por preocuparse “más por los de fuera que por los intereses de la organización”, siendo una decisión que pagó cara puesto que, a su juicio, tanto la “inocencia como la ética se pagan caras en política”.

“Por esa razón, y lo digo con pesar, estamos en la misma casilla que hace cuatro años”, ante una “desbocada carrera por lo de siempre, por un sillón”, porque las diferencias entre las distintas corrientes que conforman el denominado rupturismo, nunca son programáticas sino de liderazgos.

“Me llamaron y allí fui, sin preguntar más” y, aunque ha admitido, a lo largo de estos casi cuatro años que se vio tentado a abandonar la política, no lo hizo por “responsabilidad” con las más de 270.000 personas que confiaron en él en los comicios autonómicos de 2016 atendiendo a las promesas con las que concurrió En Marea a las elecciones.

Ahora, aunque admite su “parte de responsabilidad” en el fracaso del proyecto, se siente “apenado y frustrado por no cumplir con ese encargo ciudadano” que le otorgó la sociedad gallega con el ánimo de cambiar las cosas.

Con todo, y pese a las críticas profesadas a los partidos motores de la confluencia, Villares ha considerado que él todavía cree que hay una posibilidad de llegar a una candidatura unitaria; “aún es posible si la gente se deja de mirar el ombligo”.

Para Villares, Galicia todavía necesita que las fuerzas progresistas lleguen a un acuerdo entre iguales que permita desbancar al PP del Gobierno gallego. “No entiendo por qué nos tenemos que enfrentar las mareas con Anova, con Esquerda Unida, con Podemos, con el Bloque y si me apuras con el PSdeG”, ha expresado.

El hasta ahora líder de En Marea ha señalado por tanto que todavía queda “margen” para que los partidos “tomen nota” y alcancen un “acuerdo amplio, inclusivo y de carácter progresista”, el que a su criterio la gente necesita porque Galicia “es un país que solo espera oportunidades para vivir algo mejor”.

El futuro de En Marea está ahora en el aire. En el seno de la formación decidirán si continúan con las primarias en marcha y concurren a las elecciones en solitario o en el marco de una coalición.