Este mes será determinante para conocer la calidad y cantidad de la primera cosecha de forraje. Las cooperativas confían en que los episodios de lluvia se combinen en las próximas semanas con días despejados y temperaturas inusualmente altas para salvar una producción que ya comenzó con mal pie.

Y es que las intensas precipitaciones que cayeron desde mediados de octubre y prácticamente a diario desde el primer día de noviembre hasta principios de enero provocaron que se retrasase la recogida de maíz y, con ello, la posterior siembra de hierba para forraje en las mismas fincas. "La hierba está atrasada, pero nos beneficia la meteorología benigna" de un arranque de año en que las temperaturas han sido altas, como explica el presidente de Cobideza, Román Santalla.

Las trombas de agua que cayeron sobre todo a finales de año, con el dúo que conformaron Elsa y Fabien, no solo retrasaron la cosecha de forraje, sino que estuvieron a punto de llevársela por delante, literalmente. En Rodeiro "teníamos más del 90% del trabajo hecho y las trombas de agua casi nos deja sin hierba, porque estaba sin nacer y los aguaceros lavaron los terrenos", arrastrando tanto las semillas como la capa de suelo fértil y los abonos, relata el presidente de O Rodo, José Luis Camiñas. Tras el paso de las lluvias, los ganaderos de Camba, en la comarca del Deza, pudieron resembrar algunas parcelas, pero hay quien optó por esperar a que llegue el ecuador de la primavera y sembrar directamente maíz. "Hay que abonar y seguir resembrando", aconseja Camiñas, quien añade que por el momento las explotaciones rodeirenses no tuvieron que incrementar gasto en la compra de pienso y otros alimentos gracias a que la cosecha de forraje de la temporada pasada fue excelente.

Durante las jornadas de tiempo seco, la maquinaria de las cooperativas se afana en abonar esas praderas. La caída de agua fue tan brutal que muchas parcelas siguen encharcadas e intransitables. Román Santalla apela a las administraciones para que pongan a punto todos los caminos y vías de acceso a fincas. "Tenemos que acostumbrarnos a observar el cambio climático, a readaptarnos y olvidarnos de las estaciones", aconseja Rosendo Estévez, empresario vinculado desde hace tiempo al entorno natural.

El jabalí, el otro enemigo

La proteína que ofrece el sol al forraje es vital para mejorar su calidad. Pero los ganaderos no solo miran al cielo para poder salvar la cosecha. El jabalí es otra de las amenazas que padecen las praderas durante estas semanas. Este animal pudo pasar el otoño y la primera mitad del invierno alimentándose de castañas y bellotas. Una vez que este alimento comienza a escasear, busca alternativas en las raíces de los prados. Y sus incursiones son letales para el forraje, puesto que al ensilar la hierba acaba mezclada con la tierra, y el ganado no la puede digerir. "Para nosotros está claro que el jabalí es un problema", admite Santalla, consciente de que esta especie se ha adaptado tan bien que cría prácticamente durante todo el año. Este año su temporada de caza remató casi dos meses más tarde de lo habitual. Finalizado febrero son necesarias batidas para frenar su incursión en praderas a punto de ser segadas.