Incremento de los costes de producción; recortes de las ayudas; envejecimiento poblacional; venta de productos por debajo del coste de producción; falta de atractivo de vivir en el campo por el empeoramiento de las condiciones de vida en el rural... Esta es la radiografía a grandes rasgos de la crisis que vive el campo gallego. Y esta crisis se ha trasladado al número de personas que trabajan en él.

El sector primario de la comunidad encadena ya tres años de recortes de empleo y roza la peor cifra en la última década. Entre finales de 2016 y finales de 2019 ha perdido 10.700 trabajadores. ¿Son muchos o pocos? Representan una rebaja del 13,8%. Pero si se compara con la cifra nacional, la fotografía es mucho peor. En ese mismo periodo, en toda España se destruyeron 22.800 puestos de trabajo. Es decir, casi la mitad (un 48%) se produjeron en la comunidad gallega, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). No es extraño, por tanto, que los agricultores, tanto a nivel nacional como gallego, hayan salido a las calles para protestar por su situación.

Como el resto de sectores, el de la agricultura sufrió los embates de la crisis en Galicia. Entre 2008 y 2013, perdió un tercio de su mano de obra al pasar de los 93.400 trabajadores a 63.300. La primera cifra es el techo de empleo que se logró en el sector primario en la última década y la segunda, la cantidad más baja. A finales del año pasado, con las 66.700 personas que trabajaban en el campo gallego, se rozó el número más bajo en los últimos diez años.

Al contrario que en el resto de sectores, la agricultura gallega incrementó el número de trabajadores en los últimos ejercicios. Entre 2015 y 2016 llegaron 14.100 personas al sector. La subida fue del 22%. Los sindicatos achacan este incremento a que el rural se convirtió en un refugio para los trabajadores expulsados de otros sectores, sobre todo de la construcción, y no en que necesitase más mano de obra como ocurría con la construcción, la industria o los servicios.

"Una parte muy importante de las personas que vinieron a trabajar al campo gallego procedía de la construcción que volvió temporalmente ante el difícil panorama de encontrar trabajo", asegura fuentes del sector. Los agricultores explican que en ese periodo no hubo creación de empleo nuevo en el rural, sino que eran los que retornaban a la casa de sus padres o hermanos debido a que no encontraban trabajo en otros sectores. En ese periodo, el empleo en la agricultura gallega llegó a encadenar seis trimestres de subida. Desde los 61.200 de mediados de 2015 a los 77.400 de finales de 2017.

Pero a partir de 2017, el campo dejó de ser ese refugio para los que no tenían trabajo y en los últimos tres años ha destruido un 13,8% de los empleos. Entre finales de 2016 y finales de 2019 ha perdido 10.700 trabajadores.

Además de por la crisis de precios, fuentes del sector achacan el descenso de los últimos años a la avanzada edad de los dueños de las explotaciones „un tercio supera los 55 años„ y al empeoramiento de las condiciones de vida en el campo. Explican que los titulares de las explotaciones están muy envejecidos y no hay relevo generacional. Por lo que según llegan a la edad de jubilación hay muchas explotaciones que por tamaño y falta de relevo cierran. Además, también se quejan del empeoramiento de las condiciones de vida en el rural por lo que no es atractivo vivir en el campo.