La crisis del Covid-19 y la elevada fiscalidad. Un auténtico cóctel molotov que durante el estado de alarma ha acelerado la fuga de inversores gallegos atraídos por el llamado "milagro económico" de Portugal. A las grandes fortuna, inversores profesionales, fondos y socimis (sociedades cotizadas anónimas de inversión en el mercado inmobiliario), se suman ahorradores de tamaño medio que girarán en masa hacia al país vecino en busca de resorts, viviendas vacacionales tanto en venta como en alquiler y locales comerciales y, en menor medida, naves industriales. Detrás esta estampida en plena pandemia del coronavirus a Portugal, ejemplo de recuperación económica con el estímulo de una política basada en el mercado inmobiliario y el turismo con un amplio abanico de exenciones y deducciones fiscales en todo tipo de impuestos y de incentivos para emprender negocios. Desde la patronal inmobiliaria gallega, a la espera del cierre de los balances de las notarías portuguesas en los próximos meses, advierten de un aumento de al menos un 20% de las inversiones en el país luso por parte de ahorradores de la comunidad.

Seguridad jurídica, rentabilidad, menos trabas burocráticas y baja presión fiscal a inversiones foráneas. Son los factores clave que según las empresas inmobiliarias gallegas han provocado tras el estallido de la crisis sanitaria un creciente interés por entrar en el mercado residencial luso. Mientras los inversores a nivel nacional se fijan en Lisboa, Oporto y el Algarve, los ahorradores gallegos se centran en el área metropolitana de Oporto y, en menor medida, en Lisboa. El desembolso mínimo, 500.000 euros.

Con la crisis del coronavirus, la patronal inmobiliaria en Galicia advierte de que la rentabilidad se verá mucho más amenazada que en Portugal ante "las previsiones de sufrir un impacto económico mucho mayor" que en el país vecino. Los empresarios apuntan a "la desconfianza de inversores a posibles expropiaciones o nacionalizaciones" tras decretarse el estado de alarma en España, lo que -han comprobado por las crecientes consultas para asesorarse- "empuja a ahorradores, inversores y grandes fortunas gallegas a invertir en Portugal y diversificar patrimonio", según detalla el presidente de la Federación Gallega de Empresas Inmobiliarias (Fegein), Benito Iglesias.

Hasta hace escasas semanas los inversionistas tenían, preferentemente, en su punto de mira tres áreas metropolitanas para sus inversiones inmobiliarias. Una es la zona de Vigo, la de A Coruña en segundo término dentro de la comunidad, y la otra, el área metropolitana de Oporto.

Los polos de A Coruña y Vigo

"El polo de Vigo destacaba por su industria multisectorial, su crecimiento demográfico al alza, como pulmón económico de Galicia. La de Oporto por su alta rentabilidad, condiciones fiscales y seguridad jurídica", explica Iglesias. Ambas se habían convertido en polo de atracción de fondos de inversión, socimis y grandes fortunas. Pero la crisis el Covid ha llevado a los inversionistas privados a poner sus ojos en el mercado luso.

"El inversionista y las inversiones lo único que buscan es seguridad jurídica, rentabilidad y favorables condiciones fiscales. Pero la actual crisis sanitaria y las negativas previsiones económicas lo han cambiado casi todo. Portugal, una vez más, nos adelanta con medidas para recuperar su turismo, lo que tirará de la vivienda vacacional y de inversores medianos y grandes, que ante el caos legislativo y gubernamental que aquí padecemos tienen cristalino dónde invertir en estos momentos", advierte Iglesias.

Para tratar de revertir esta situación, la patronal inmobiliaria gallega reclama una "planificación real" de vivienda en Galicia y normativas "claras, concretas, agrupadas y legibles" junto con "una reducción más que sustancial de la enorme burocracia urbanística jurídica, la cual lámina cualquier esperanza de competitividad". "En Portugal, la burocracia es mucho más reducida que en España con licencias que se obtienen en de semanas mientras que en Galicia son años y para ahí el ejemplo de A Coruña en los últimos tiempos", cuestiona el presidente de Fegein. "O espabilamos -concluye- o nos pasará lo mismo que a los aeropuertos gallegos con el de Oporto, que seremos su principal cliente".