Galicia cuenta ya con luz verde oficial para celebrar las elecciones autonómicas previstas el pasado 5 de abril y suspendidas por el estallido de la pandemia de Covid-19. El Boletín Oficial del Estado (BOE) certificó ayer el acuerdo entre el Gobierno central y el PNV por el que el estado de alarma "no supondrá obstáculo alguno al desenvolvimiento y realización de las actuaciones electorales precisas para el desarrollo de elecciones convocadas a Parlamentos de Comunidades Autónomas", procesos pendientes en Euskadi y Galicia. La intención del Ejecutivo central de prorrogar esa situación no afectaría a los comicios. A cambio de su apoyo a la última prórroga de esa excepcionalidad, el grupo nacionalista vasco, que ostenta la Lehendakaritza, consiguió el compromiso no solo de que el Ejecutivo no impida unas elecciones, sino de que disponga "lo oportuno" para su celebración a través del servicio postal o los fedatarios públicos.

La cesión responde al deseo del lehendakari, Íñigo Urkullu, de convocar comicios en julio, movimiento que arrastra a Galicia, con la que ha coincidido en fecha electoral en 2009, 2012, 2016 y el frustrado 5-A de este año.

A diferencia de Euskadi, la Xunta condicionó una nueva convocatoria electoral al fin del estado de alarma -dependiente del Gobierno central y el Congreso- y de la emergencia sanitaria que ella misma había establecido.

Durante semanas, el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo, y su partido, el PP, esquivaron un asunto que situaban "fuera de la agenda". El primero lo vinculaba al fin del estado de alarma y a la superación parcial de la pandemia.

Esta semana, Feijóo dio un giro de 180 grados, allanando el terreno para elegir un domingo de julio como jornada electoral. Argumentó que el estado de alarma "no impedía la celebración de elecciones", pues limitó esa condición al primer período de excepcionalidad, no a sus sucesivas prórrogas. La orden oficial de suspensión, sin embargo, no establecía esa distinción.

Además, el líder del PP, que aspira a lograr su cuarto mandato consecutivo, reconoció que el equipo técnico de la Xunta estudia "saber cuál es la quincena mejor y con menos riesgo" para llamar a las urnas. Urkullu ya justificó la idoneidad de julio: permitiría adelantarse a un posible rebrote en otoño y contar con un gobierno que elabore los presupuestos para un 2021 complicado. A nivel político se tratará de la primera cita electoral tras la pandemia, por lo que se interpretará como un examen a Moncloa. También está por ver el efecto del coronavirus sobre la abstención. Ayer la consejera vasca de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia, vinculó los comicios en julio a la mejora de la situación sanitaria y el levantamiento de restricciones, "transitando de una fase a otra" de la desescalada.

Los plazos están claros para Feijóo. Si quiere comicios el 5 de julio podrá convocarlos hasta el día 12 de mayo; si elige el 12 de julio, el tope será el 19 de mayo; y si opta por el 19 de julio, dispone de margen hasta el 26 de este mes. Si prefiere el 26 de julio, podría convocar el 2 de junio, aunque esa fecha situaría el Día de Galicia -con múltiples actos institucionales- como jornada de reflexión.