El Año Santo arrancará, "si Dios quiere", la tarde del 31 de diciembre. El Arzobispado de Santiago insistió ayer en que su objetivo es mantener el calendario previsto "en la medida de las posibilidades", aunque estará vigilante de la evolución de la pandemia y de los peligros de rebrote para adoptar una decisión definitiva sobre su posible extensión a 2022, como sugiere la Xunta.

Así se pronunció en rueda de prensa el propio arzobispo de Santiago, Julián Barrio, ante las dudas sobre un hipotético aplazamiento o ampliación de esta efeméride con motivo de la crisis provocada por el Covid-19 y tras la petición formulada por el presidente gallego, Alberto Núñez Feijóo.