En 2005, la política gallega contuvo el aliento tras unas elecciones en las que Manuel Fraga y el PP habían perdido la mayoría absoluta por un diputado y, por primera vez desde el tripartito, la izquierda lograba la llave para acceder a San Caetano. Pero todo estaba a expensas del recuento del voto emigrante, que podía inclinar la balanza en la provincia de Pontevedra. Todo pendía de un escaño, como en 2009, cuando el resultado fue el opuesto. La diáspora no movió el resultado hace 16 años y el bipartito alcanzó la Xunta. El censo de los residentes ausentes (CERA) bate el récord este año con 463.182 gallegos en el exterior con derecho a participar en los comicios del 12-J,, pero las peticiones de papeletas para ello, trámite dificultado aún más por la pandemia de Covid-19, se han desplomado un 42,5% hasta apenas 12.359, por lo que su repercusión sobre el resultado final se antoja nulo.

El voto de la diáspora ha sido siempre controvertido en Galicia, debido a las denuncias sobre su limpieza y a su peso censal: un 17,7% de los casi 2,7 millones de personas con derecho al sufragio autonómico, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), todavía provisionales.

El impacto del sufragio exterior perdió intensidad desde 2011, cuando se implantó el voto rogado para despejar las dudas sobre la limpieza del proceso: la papeleta ya no llegaba a casa de los emigrantes directamente, sino que estos debían solicitarla. Aun así, en 2012 decidieron el Gobierno asturiano.

En 2012, primeras autonómicas con este sistema, solicitaron la documentación 36.808 emigrantes, aunque solo votaron 12.954. Cuatro años más tarde, las solicitudes fueron 21.513 y participaron 10.777. Por tanto, el desplome de las solicitudes para votar el 12-J es de 9.154, un 42,5% menos. Del total, 4.609, corresponden a la provincia de A Coruña; 3.496 a Pontevedra; 1.436, a Lugo, y 2.818, a Ourense. Por países, Cuba lidera la clasificación con 1.945, seguida de Suiza (1.773) y Venezuela (1.720).

Francia y Polonia han estado bajo la lupa gallega este fin de semana para intentar calibrar el impacto sobre la participación electoral de la "nueva normalidad" y la pandemia del coronavirus.

En el país galo, en la segunda vuelta de las municipales la abstención batió récord: 60%. En Polonia, sin embargo, la primera vuelta de los comicios presidenciales se saldó con una participación de casi el 63%, 13 puntos más que hace cinco años.