A comienzos de año, el coruñés Iván Mariñas decidió aparcar temporalmente su profesión como entrenador personal en Ourense para emprender una nueva aventura en las cocinas de MasterChef 8 y sacar a relucir su talento culinario. La edición del talent show gastronómico de La 1, que tuvo que ser interrumpida debido a la crisis del Covid-19, terminó el pasado lunes con la emisión del programa final, y Mariñas, que había logrado clasificarse gracias a su tenacidad y a su trabajo entre fogones, quedó en tercera posición tras presentar un menú en el que rendía homenaje a su tierra y a la gastronomía gallega.

¿Se esperaba quedar en tercer lugar en MasterChef 8

La verdad es que no, no me esperaba esta posición. Cuando vas a competir piensas en ganar y, evidentemente, me habría gustado ser el primero. Aun así estoy muy orgulloso de todo lo que he conseguido, y muy contento con el tercer puesto, al fin y al cabo. Sobre todo, me quedo con las palabras de Joan Roca, uno de los mejores chefs del mundo, que alabó mi menú.

¿Cómo describiría su paso por el programa?

El Iván que entró en este programa era un cocinero amateur que aprendió a cocinar en su casa, y al que le gustaba jugar a ser un mejor cocinero partiendo de la comida tradicional gallega. Con MasterChef emprendí una aventura en la que no he parado de trabajar, y que provocó una evolución brutal en mí. Descubrí sabores nuevos y disfruté de emociones gustativas que no conocía. Empecé a cocinar cosas muy difíciles y a obtener resultados buenos, así que describo mi paso por el programa como un no dejar de aprender y como un trabajo constante.

Tras esta experiencia, ¿valora el dedicarse exclusivamente a la cocina?

Lo que tengo en mente ahora mismo es intentar fusionar mi faceta de entrenador personal con la gastronomía y la nutrición. Hay una constante en todas las dietas, en las que parece que solo se puede comer paja, cuando también se puede comer bien. Mi objetivo es el darle valor a ese tipo de intervenciones nutricionales en las que se puede comer rico y bien, sin dejar de lado la salud y el entrenamiento.

¿En ese proyecto entraría la posibilidad de abrir su restaurante?

Sinceramente, yo nunca le digo que no a nada y estoy abierto a todo, pero creo que, tal y como están las cosas ahora mismo, hay que actuar con sensatez. El año que viene voy a asistir al curso que me ofrece MasterChef durante dos meses en el País Vasco, en los que me dedicaré a estudiar exclusivamente. A partir de ahí, decidiré qué hacer, pero creo que me queda mucho por aprender antes de meterme de lleno en ellos.

¿En qué se inspiró para elaborar su menú final?

Soy aficionado a la pesca submarina, y suelo ir a bucear con un amigo por la costa de Fisterra, de donde son típicos los longueirones, por eso empecé el menú con un entrante de navajas con tres aliños. El segundo plato es un salmonete que mantiene las escamas que le dan ese toque crujiente con un fondo de zumo de cítricos y coco con aires tailandeses. Por último, el postre, con el que quiero dejar claro de dónde vengo y dar las gracias. Se trata de una tarta de Santiago diferente, acompañada por un helado de castañas, una sopa de vermú que recuerda a la tradición de las fiestas y verbenas gallegas, y un crujiente de roble, el árbol que representa la fortaleza en la historia celta.

¿Tuvo claro desde el principio que quería dedicarle su menú final a su tierra?

Sí. Todo el mundo que me conoce sabe perfectamente el amor que le profeso a Galicia y lo orgulloso que estoy de ser gallego, por eso quise hacer un menú que pusiese en valor nuestros productos y que le enseñase al mundo que se pueden hacer platos muy sofisticados con materia prima gallega de calidad.

¿En qué momento de su vida empezó a sentir pasión por la cocina?

Cuando éramos pequeños, mis dos padres trabajaban. Yo tenía diez o doce años, y mi hermana y yo llegábamos a casa del colegio antes que ellos del trabajo, así que me ponía a terminar la comida que mis padres me habían dejado medio hecha el día anterior. Ahí vi que se me daba bien y me gustaba, así que empecé a experimentar, a transformar las recetas con dos o tres cosas y a conseguir resultados buenos. Esos fueron mis inicios.

¿Cómo le sentó la interrupción del programa por el Covid-19?

Mi padre es paciente de riesgo, y en una situación como esta fue muy difícil para mí estar lejos de los míos. Sin embargo, era consciente de que cuanto menos nos moviésemos de Madrid mejor, y de que este concurso había que terminarlo. Todos pensamos que esto sería cuestión de una semana o de dos, así que fue complicado asumir todo lo que pasó después, por eso me volqué en practicar y trabajar.

¿Cómo es la vida en la casa de MasterChef

A mí me gusta luchar las cosas y, como buen gallego, me pasaba el día practicando y entrenando en la cocina de la casa con mis compañeros. Al final creamos una pequeña familia, y la convivencia nunca era aburrida porque nos lo pasábamos bien, aunque siempre existía esa tensión por todo lo que estaba pasando y porque era una competición.

De hecho, esta edición ha sido muy comentada por la gran competitividad entre los concursantes.

Yo soy muy competitivo, pero también soy muy limpio y leal. Yo competía contra mí mismo y contra los que tenía a mi alrededor, pero sin pisar a nadie. En el segundo programa me sorprendió que Andy me señalase como el rival más fuerte y se posicionase para restarme tiempo de cocinado, ya que prefería que me fuera yo. Evidentemente, si lo piensas es un halago, pero ahí empezó un periplo de competitividad entre los dos. Yo me dediqué a seguir a lo mío y a esquivar los comentarios con el apoyo de todos los demás compañeros de la casa. Al final esto es un juego, y cada uno tiene su forma de jugar.

¿Cuáles dirían que han sido los peores y los mejores momentos dentro del concurso?

Los peores son los momentos en los que tuvimos que despedir a algún compañero, o cuando tuve el pequeño enfrentamiento con el jurado por un malentendido en una prueba. En cuanto a los mejores momentos, prácticamente todos lo son. Esta es una experiencia increíble, y me quedo con mi evolución y con mi relación con mis compañeros. Todos me trataban como el hermano mayor de la casa, porque soy muy papá con ellos y los cuido mucho.

¿Qué le ha aportado cada uno de los jueces? Especialmente Pepe, que apostó por usted como "caballo ganador".

Todos nos ayudaron a mejorar, y los tres me han tratado muy bien, me he sentido arropado siempre. Samantha siempre tiene una sonrisa, y me enseñó a apreciar el sentido de la estética en la cocina. Jordi fue muy cañero conmigo, pero lo hacía desde el cariño y las ganas de verme mejorar, porque sabía que tenía mucho que dar. Y Pepe desde el principio me apoyó, porque vio mi carácter y mis agallas en la cocina. Ha sido el más exigente conmigo y siempre me pedía más, y eso me ayudó a mejorar.