Un total de 2.697.315 gallegos están llamados hoy a las urnas en unas elecciones autonómicas atípicas, no solo por celebrarse en verano por primera vez en la historia, sino sobre todo por el contexto de pandemia que obligará a los votantes a ir a los colegios electorales con mascarilla y guardando las distancias de seguridad. La gran incógnita de la jornada será la participación electoral. El miedo a contagios -acrecentado por rebrotes como el de A Mariña, que además impedirá a los casos positivos ejercer su derecho al voto- y el buen tiempo previsto para hoy pueden incrementar la abstención.

En este escenario las opciones de los gallegos se reducen básicamente a dos: renovar la mayoría absoluta de Alberto Núñez Feijóo, lo que le permitirá gobernar cuatro años igualando así el tiempo que pasó su predecesor Manuel Fraga al frente de la Xunta o bien apostar por el cambio que vendría de la mano de una coalición de izquierdas. Pero además estas elecciones, que coinciden con las vascas, son las primeras que se celebran desde que se formó el primer gobierno de coalición en España entre PSOE y Podemos y es también la primera vez que los ciudadanos votan desde que estalló la crisis del coronavirus, de manera que serán un termómetro perfecto para medir la salud política de cada uno de los partidos no solo en Galicia sino también nivel nacional.

Feijóo parte con ventaja en las encuestas. Se lo juega al todo o nada. Necesita la mayoría absoluta para gobernar (38 diputados). Si no lo consigue sería un varapalo importante para su partido a nivel nacional. Pero si gana el liderazgo de Pablo Casado al frente del PP también podría verse resentido al cobrar más peso político Feijóo y su discurso moderado frente al mensaje más escorado a la derecha del presidente nacional.

El PSOE podrá medir en Galicia su desgaste político al frente del Gobierno. En la izquierda es donde se esperan mayores movimientos tectónicos a costa probablemente del desplome de Galicia en Común. Si se confirma la tendencia marcada por las encuestas, Podemos no sacará partido de su entrada en el Gobierno de España. Los socialistas tienen la oportunidad de subir escaños. Si el PP mantiene la mayoría absoluta, pero mejoran resultados tanto Gonzalo Caballero como Pedro Sánchez pueden respirar tranquilos. Otra cosa es que el BNG, con Ana Pontón al frente, los aventaje o quede a poca distancia del PSdeG. Si son relegados a tercera posición o no rentabilizan que gobiernan en España con un crecimiento importante en diputados, estarían seriamente tocados.