El foco mediático estaba puesto ayer sobre A Mariña (Lugo). El confinamiento parcial de la comarca hacía temer por la participación pero a las doce del mediodía ya había votado casi el 20% del censo, un punto más con respecto a 2016 en A Mariña Central -la zona más afectada por el rebrote de coronavirus- y más de tres puntos en A Mariña Oriental y Occidental. La afluencia fue perdiendo fuelle a lo largo de la jornada como en el resto de la comunidad -cosas de un soleado día de playa- pero los mariñáns dejaron claro que su voluntad de decidir el futuro político de Galicia pesa más que el temor a un contagio. Y es que a pesar de las dificultades, el porcentaje de voto en A Mariña fue similar a la media gallega (59%) con un 56% en la zona Central (ocho puntos menos que en 2016), un 62% en la Occidental (cuatro puntos menos) y 59% en la Oriental (5,5 menos). La movilización fue patente en un área en la que unas 250 personas no pudieron ejercer su derecho a voto por dar positivo en coronavirus, razón por la que Galicia en Común solicitó al Tribunal Supremo aplazar las elecciones en esta zona. El alto tribunal rechazó esta medida cautelarísima y respaldó a la Junta Electoral Central sobre la conveniencia de mantener los comicios, que finalmente se celebraron con normalidad pero marcados por la reivindicación. La foto, más allá de las mascarillas y el hidrogel, la protagonizaron los trabajadores de Alcoa, que acudieron a votar en traje de faena en protesta contra un ERE que amenaza con segar mil puestos de trabajo, 534 de ellos de la plantilla directa.

La cita electoral autonómica se coló en medio de un 2020 particularmente complicado para el norte de Lugo, que ve cómo la voluntad de la multinacional Alcoa amaga con abandonar su fábrica de San Cibrao -la última que tiene en España tras desprenderse de las de A Coruña y Avilés- y ahora una enfermedad infectocontagiosa que está de vuelta pone en cuestión el futuro de sus sectores industrial y turístico.

En Burela, el epicentro del rebrote, se pudo observar con todo este domingo la misma imagen que en la mayoría de colegios electorales de la comarca, con colas, con las preceptivas distancias de seguridad, pobladas por ejemplo por personas mayores que aguardaban a primera hora la apertura de los centros.

Las mascarillas, el gel hidroalcohólico y la distancia de seguridad se han convertido en un elemento cotidiano al que en esta cita electoral se le han sumado carteles e indicaciones para orientar a los votantes; eso sí, en estos lares, escritas con papel y bolígrafo.

Casco y bañador

La fotografía más característica de unas elecciones celebradas en verano en un municipio costero con una temperatura más que agradable ha sido la de votantes acudiendo en bañador, mientras que otros lo hacían con uniforme -casco incluido-, el de la empresa de aluminio amenazada de cierre. Alguno compaginaba la protesta con la comodidad combinando la chaqueta de trabajo con el traje de baño. Muchos de los afectados emitieron su voto con el puño en alto, con la esperanza de que el resultado de los comicios pueda garantizar el futuro del empleo en la comarca, para la que la planta de Alcoa San Cibrao es el pilar fundamental de su economía.

En Foz, una de las integrantes de la mesa del Colegio Público Número Uno acudió a cumplir con su deber ataviada con el casco de Alcoa; en toda la comarca, abundaron asimismo los lazos azules y pancartas de Alcoa non se pecha.

Sin embargo, parte de los operarios de la factoría rechazaron acudir a votar ante la sensación, que han compartido con la prensa, de que ningún partido les ha ofrecido soluciones para mantener la actividad de la planta de la multinacional americana, la única fábrica de aluminio en España, que genera más de mil empleos directos y representa el 30% del Producto Interior Bruto (PIB) de la provincia de Lugo. Durante toda la campaña los afectados han pedido al Gobierno central de PSOE y Unidas Podemos y a la Xunta del PP unidad de acción para superar la crisis de la industria electrointensiva, que afecta también a la coruñesa Alu Ibérica, y salvar los puestos de trabajo.

La de ayer fue la jornada de votación más atípica en Galicia y más aún en los municipios de A Mariña. Algunos vecinos pudieron cumplir con la tradición de ir a tomar algo tras votar, si bien muchos locales, con aforo limitado, no estaban abiertos.

Otros electores optaron por acudir a las playas tras cumplir con su deber ciudadano, aunque eso sí, con mascarilla tanto para tomar el sol como para dar paseos por la orilla, como obliga la normativa en la costa lucense mientras dura un rebrote del Covid-19 que según aseguró ayer Alberto Núñez Feijóo está "en fase de bajada" pues registra "más altas que nuevos casos". El origen de este episodio se remonta al pasado 23 de junio y, a raíz del mismo, la población de Burela, la localidad con más infecciones, no puede abandonar el municipio. En las localidades de Ribadeo, Xove, Cervo, Viveiro, Barreiros y Foz se permite la movilidad entre ellas. La mascarilla permanente en A Mariña es la norma hasta que recupere la normalidad, la vieja o la denominada nueva.

El día transcurrió con tranquilidad en los colegios electorales de los 14 concellos de A Mariña, que aglutina a unos 58.000 electores, pero con algunos gestos de rechazo a las condiciones en las que se desarrollaron los comicios. En Burela, en una de las mesas, un hombre rompió una papeleta en trozos para llamar la atención sobre la prohibición del voto a los positivos por coronavirus, relató el alcalde, Alfredo Llano.

Aunque a ojos de la Justicia no había motivos para aplazar la votación en A Mariña, el cabeza de lista de Galicia En Común-Anova-Mareas, Antón Gómez-Reino, expresó su "indignación democrática", tras depositar su papeleta en el Centro Cívico de la Ciudad Vieja coruñesa, por el hecho de que haya "centenares de personas" que no puedan ejercer su derecho a voto". También el cabeza de cartel de Marea Galeguista, Pancho Casal, lamentó que no se hayan tomado "medidas extraordinarias" para que pudieran votar las personas contagiadas de coronavirus, como reabrir de manera excepcional el voto por correo por el rebrote de A Mariña. Igualmente la líder del BNG, Ana Pontón, afeó que la Xunta "no haya articulado los mecanismos previstos en la legislación para este tipo de casos". "Hoy es un día raro", admitía el alcalde de Burela, un pueblo que pese a todo cumplió su deber en las urnas.