El presidente del PP gallego, Alberto Núñez Feijóo, fue recibido ayer en la sede nacional de partido poco menos que como un héroe tras su reciente mayoría absoluta. El político gallego no levantó la voz, dado que no es su estilo ni tampoco era el foro adecuado, pero sí quiso dejar clara cuál es la receta que le ha llevado a un nuevo triunfo en Galicia. Defendió un PP con un discurso "centrado y templado" como el que permitió dejar fuera del Parlamento gallego a Vox y Podemos y que es la vía para dejar también fuera del Congreso a los populismos de extrema derecha y de extrema izquierda. Su mensaje es compartido por otros barones territoriales, que ansían un poco más de moderación y centralidad. Pero el líder del PP nacional , Pablo Casado, rechazó que este debate tenga sitio en su formación. "Nadie nos tiene que llevar a la moderación porque siempre hemos estado en ella, ni nos tienen que apartar tampoco del combate de la radicalidad", sostuvo, poniendo el foco en que es la izquierda la que ha puesto el "anzuelo" para abrir ese debate.

El atronador aplauso con que Feijóo fue recibido en la reunión del comité ejecutivo del PP para evaluar los resultados en Galicia y País Vasco, no oculta, sin embargo, dos formas de entender lo que debe ser un partido de centro. El discurso del político gallego no es nuevo, pero cobra importancia por donde lo dijo -a las puertas de la sede del PP -y el momento -tras revalidar su cuarta absoluta-. Sostuvo, antes de entrar al comité ejecutivo, que el "modelo Feijóo y el modelo del PP gallego" funciona en Galicia y que se tiene que extrapolar un PP "que es lo que ha sido siempre, un partido de Estado que no cambia los principios por las modas, porque cuando se le habla a la gente así de claro el populismo no entra, ni el de extrema izquierda ni el de extrema derecha".

"El PP tiene un gran futuro y si seguimos insistiendo en nuestros principios, siendo un partido centrado, templado y que es capaz de aglutinar a diez millones de españoles es el mejor servicio que podemos hacer", dijo, tras lo cual indicó que tampoco se resigna a ver cómo el populismo continúa en el Congreso. Ya dentro de la reunión, Feijóo insistió en abogar por ensanchar la base ideológica del PP, pescando también en la socialdemocracia, en expresar su rechazo al discurso radical y de descalificaciones y en declarar que sus aspiraciones políticas están colmadas.

Casado lo puso como ejemplo para todo el partido en las valoraciones, a puerta cerrada, que hicieron en la ejecutiva. Pero, ya en el discurso abierto, dejó claro que el debate sobre la moderación que proponen algunos barones no tiene cabida, porque según dijo, el PP ya "está en ella", de la misma forma que practica las recetas de centralidad de Feijóo, y pidió a los suyos que no muerdan el anzuelo.

Tras señalar que el objetivo de la izquierda es "dividir" al centroderecha para bajar sus posibilidades electorales, garantizó que el PP hará una oposición "moderada en el tono" y "contundente" en el contenido. "A nosotros nadie nos tiene que llevar a la moderación porque siempre hemos estado en ella", subrayó. En este punto, defendió recuperar la "ambición nacional compartida" y propuso "un proyecto nacional de largo alcance" capaz de aglutinar en torno al PP "a cuanto más, mejor". El camino -dijo- es "ensanchar" el partido "hacia el centro" con un proyecto "abierto de par en par a la sociedad".

Más tajante contra el debate de la centralidad se expresó, a puerta cerrada, la portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Todelo, quien aseguró que la moderación no es un "proyecto político", como no lo es la radicalidad, y recalcó que el "verdadero desafío" que tiene esta formación política, "no es de formas sino de fondo" porque existe un "verdadero riesgo de un cambio de mayoría social en España".