Las habituales calles atestadas del centro de Santiago durante el Día de Galicia se transformaron este año en un erial. La visita de los Reyes y la necesidad de evitar aglomeraciones para mantener la seguridad debido al Covid-19 obligaron a desalojar por la mañana el Obradoiro y también se cerraron los accesos a San Martiño Pinario. Los pocos fans de Felipe VI y Letizia que consiguieron asomarse a la plaza en la que se encontraban los reyes tuvieron que conformarse con verlos mal y a distancia.

Eso no impidió que se dejaran oír. "Viva España y viva el Rey", fue el sonoro saludo con el que recibieron a sus majestades el grupo de personas allí congregadas, algunos de ellos portando banderas españolas. Unas vallas y varios agentes de la Policía Nacional les impedían aproximarse más, lo que provocó protestas. "Mi hija de siete años dice que quiere ver a la reina y desde aquí no la va a ver", se quejó una mujer.

Además de estar lejos, la visibilidad era poca, lo que crispó todavía más a los presentes, que pidieron que se moviese una furgoneta de la TVG que tapaba parcialmente la visión. Cuando el trabajador de la compañía pública lo retiró, se lo agradecieron con aplausos.

Las fuertes medidas de seguridad, habituales un 25 de julio, se reforzaron este año por el Covid-19. Así, por ejemplo, no se celebró la tradicional parada militar que cada año tiene lugar en la plaza del Obradorio para evitar aglomeraciones de gente.

La novedad de este insólito Día de Galicia fueron las tres alfombras florales situadas en los accesos a San Martiño Pinario y que los Reyes pudieron contemplar a su llegada. Fue una iniciativa de Federación de Asociaciones de Alfombristas de Galicia. Los diseños fueron realizados por artistas de Bueu y Ponteareas y en su elaboración participaron artesanos de varios puntos de Galicia. Además de flores se usaron conchas de berberechos y de zamburiñas tratadas con vinagre de la Ribeira Sacra. En una de ellas se representaba la imagen de Santiago Apóstol y en otra varios instrumentos del Pórtico de la Gloria.

Tras la Ofrenda al Apóstol, los Reyes caminaron hacia el Pazo de Raxoi, sede del Concello, donde asistieron a una pequeña recepción y firmaron en el Libro de Oro del Ayuntamiento.

Durante este tiempo la plaza del Obradoiro permaneció cerrada, lo que enfadó a algunos peregrinos. "Acabamos de llegar, estamos cansados y no nos podemos tumbar en el Obradoiro", protestó uno de ellos, que destacó que muchos de los que hacen el Camino calculan las fechas para llegar el día del Apóstol. Unos 250 caminantes esperaban en los accesos a la plaza a que salieran los Reyes.