En mayo de 2018, Galicia estrenó los llamados Velolaser, mini radares portátiles de menos de 50 centímetros de altura que permiten múltiples ubicaciones y que interceptan infracciones en ambos sentidos y a una distancia de 40 metros. Estos cinemómetros operan fundamentalmente en las carreteras secundarias, las más peligrosas ya que concentran más del 90% de los accidentes de tráfico mortales ocurridos en la red viaria gallega. En los primeros meses del año, estos dispositivos, que pueden colocarse sobre el trípode, pero también en postes y guardarraíles e incluso acoplarse en los vehículos policiales, interceptaron en Galicia a 847 infractores, un 10% menos que en el mismo periodo del año pasado por las restricciones del Covid.

Son aparatos que están más enfocados a velocidades impactantes, para conductores que arriesgan y se sienten impunes. El grueso de las denuncias interpuestas por estos mini radares es por superar en más de 20 y 30 km/h el límite en el tramo vigilado, lo que además de la correspondiente multa conlleva la retirada de puntos del carné.

Por provincias, A Coruña se coloca a la cabeza de infracciones detectadas por los Velolaser, con 435 entre enero y julio, la mitad de Galicia. Con un volumen similar, le sigue Pontevedra (392). En Lugo hubo 11 y en Ourense, 9.

Para detectar estos aparatos no valen ni las aplicaciones ni del Facebook ni tampoco los inhibidores de radar. Por un lado, su fácil colocación e instalación los hace indetectables para las redes sociales y aplicaciones móviles que alertan de su ubicación. Y es que cuando los Velolaser han sido identificados por las apps que avisan de los controles en carretera, las patrullas ya están en otro punto con un nuevo operativo montado.