Con el apresamiento el miércoles del velero Nergha, que transportaba otros 1.200 kilos de cocaína -a falta del pesaje oficial- en apenas cuatro meses se han intervenido casi 10 toneladas de cocaína que los narcos pretendían introducir en Galicia por la vieja y aparentemente aún eficaz vía marítima. Y todo ello, pese a las restricciones de movimiento provocadas por la pandemia.

Las casualidades no existen en el mundo del narcotráfico y el fuerte repunte de cargamentos que se están interceptando en los últimos meses tiene un origen claro. "Se cogen más alijos porque hay una sobreproducción mundial de cocaína", afirma el gerente de la Fundación Galega contra o Narcotráfico, Fernando Alonso. "La maquinaria para producir y distribuir cocaína está perfectamente engrasada, y en Galicia tenemos una cantera inagotable de gente dispuesta a meter droga", añade.

La caída a mediados de esta semana de un velero con 1.200 kilos de cocaína al oeste de las Islas Canarias, y la detención de 12 personas (los cinco tripulantes del barco, y otros siete individuos en tierra) no es un hecho aislado en la lucha contra el narcotráfico.

A finales de marzo, unas planeadoras intentaron introducir un cargamento en la ría de Arousa. Al verse descubiertas, una de ellas huyó hacia el norte mientras arrojaba fardos de droga por la borda, y la segunda puso rumbo al sur, para acabar embarrancando en la desembocadura del río Umia. Fue la operación Lince, en la cual se intervinieron 3.700 kilos de polvo blanco, pero que se hizo especialmente famosa por desarrollarse en pleno confinamiento. Los narcos no estaban dispuestos a hacer cuarentena por el coronavirus.

Nuevo alijo

Apenas un mes después, se puso en marcha la operación Pantín o Donky. En esa ocasión, se apresó en pleno Atlántico un remolcador, el MV Karar, y el botín obtenido fue de 4.500 kilos de cocaína, que habrían generado un negocio de 150 millones de euros. En total, casi 10 toneladas de cocaína en cuatro meses.

Estas estadísticas preocupan mucho a Fernando Alonso. "Volvemos a ver planeadoras en Galicia con una intensidad que no se veía desde hace 25 años. Corremos el riesgo de dar pasos atrás y de que la situación se vuelva insostenible", reconoce.

La Fundación Galega contra o Narcotráfico (FGCN) organiza encuentros periódicos tantos con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado como con miembros de la judicatura. Tras escuchar a unos y otros, el gerente de la organización avisa de que para frenar el narcotráfico en Galicia hay que darle respuestas valientes y ambiciosas, habida cuenta de que en Galicia, "persisten organizaciones con una infraestructura logística adecuada para alijar droga".

"Esto se terminaría en el momento en el que el narco detenido ingresase en prisión y no saliese de ella hasta cumplir la condena, y si se le incautase su patrimonio con carácter inmediato. Pero esto parece sencillo decirlo, pero difícil hacerlo", plantea.

Para Fernando Alonso, "mientras el narcotraficante salga de prisión al poco tiempo de ser detenido y permanezca en libertad hasta su juicio, que puede tardar ocho o nueve años, y aún por encima consiga salvar algunos de sus bienes, seguirá dedicándose al tráfico de drogas".