Las grandes amenazas de la citricultura mundial son de dimensión pequeña: hongos, bacterias y cochinillas que quitan el sueño a los productores que ahora temen más que nunca que las plagas devasten naranjos y limoneros como ya ha ocurrido en otros países.

La Unión Europea prohibió temporalmente el pasado 14 de agosto la entrada de cítricos argentinos ante el peligro de que la "mancha negra" se propagara por los campos comunitarios, una medida que se extenderá al menos hasta el 30 de abril del próximo año.

Unos días antes, las asociaciones agrarias españolas denunciaban la pasividad de la Unión Europea (UE) ante el alarmante aumento en los controles fronterizos de partidas infectadas por el hongo P hyllosticta citricarpa (también conocido como mancha negra o citrus black spot).

"Es incalculable el daño que podría hacer su entrada en España", ha asegurado el presidente de la Interprofesional del Limón y Pomelo (Ailimpo), Antonio Moreno, quien califica de "histórica" la decisión de Bruselas cuando aún quedaban por llegar a Europa varios miles de toneladas de la actual campaña argentina.

Menos productores

El número de empresas que explotan los cítricos inscritas en la Seguridad Social al cierre de julio era de 1.282.346, lo que supone que hasta ese momento se había recuperado más de la mitad de las que llegaron a perderse en el peor momento de la pandemia. La estadística de firmas inscritas supone un 3,2% (42.081) menos que en febrero, antes de que se desatara la pandemia, y un 3,5% menos que en julio de 2019.