Un tiempo excepcional induce a mayores apelaciones a la unidad política de lo habitual, como las planteadas ayer durante la elección de Alberto Núñez Feijóo como presidente de la Xunta por cuarta ocasión consecutiva gracias a una nueva mayoría absoluta del PP. Sin embargo, las respuestas a la crisis pandémica, especialmente en el terreno sanitario y educativo, del nuevo Ejecutivo y de la oposición de BNG y PSdeG dificultarán el consenso. "Seguiré trabajando para decirle a los gallegos que la pandemia acabó", dijo Feijóo sobre la prioridad de la legislatura, tarea en que sus rivales le desearon suerte.

El titular de la Xunta, investido oficialmente mañana, se enfrenta once años después a una nueva hecatombe económica. Entonces, fue la burbuja financiera la detonante. Ahora, el Covid-19. En esta coyuntura, advirtió de la urgencia de los pactos. "Sería bueno llegar a acuerdos. Si no llegamos ahora, no vamos a llegar a lo largo de la legislatura", advirtió tras pedir una tregua. "Me gustaría excluir la sanidad del debate político, del debate demagógico", pidió a BNG -19 escaños- y PSdeG -14-. La nacionalista Ana Pontón y el socialista Gonzalo Caballero también coincidieron en la necesidad de grandes pactos.

Esas llamadas, sin embargo, contrastaron con la exhibición de diferentes recetas para enfrentar la crisis. En el terreno económico, Feijóo reivindicó su gestión de las cuentas públicas basada en la "moderación" para evitar ser intervenido durante la recesión anterior y acumular no solo cinco años consecutivos de crecimiento, sino el segundo mayor aumento de la riqueza autonómica. "Tenemos, contando este agosto, 26.000 parados menos que cuando llegamos al gobierno en 2009", ensalzó.

"¿Por qué tienen una visión tan negra y tan deteriorada de este país?", criticó a Pontón y Caballero un Feijóo que rechazó "las políticas socialistas" para salir de la crisis y la "biblia nacionalista gallega", en alusión a las "anacrónicas" propuestas del BNG para contar con un concierto vasco, una tarifa eléctrica propia o una banca pública. El entendimiento parece complicado sobre esas premisas. Además, Feijóo avisó de que aún no se sabe qué déficit alcanzará el Estado a final de año ni el impacto del paro cuando finalicen los ERTE, lo que condicionará su margen de maniobra.

Los pactos en sanidad y educación también se antojan lejanos. "Un clásico es lo mal que gestionamos la sanidad", ironizó Feijóo, que recordó las "mentiras" acerca de que "privatiza" la sanidad y respondió a Caballero cuando este le recordó su promesa de contratar 15.000 personas en la sanidad. Exigió al Gobierno central que elimine la tasa de reposición, el tope para cubrir bajas que el Gobierno de Rajoy mantuvo durante la crisis previa.

En educación, Feijóo, que hoy será investido oficialmente tras recibir ayer el voto de los 42 diputados del PP, censuró el "boicot" sindical a la vuelta a las aulas y achacó al Gobierno la falta de un protocolo seguro, al tiempo que atacó a Caballero ante las peticiones de una comisión de investigación sobre las residencias de mayores que también realizó Pontón. "Podría decirle al Gobierno central que diga cuántos fallecidos hubo en ellas", deslizó.

Por su parte, la oposición porfió en recetas contrarias y exigió una vuelta "segura" a las aulas. Pontón lamentó su "falta de autocrítica" y abogó por "revertir los recortes" aplicados durante la anterior crisis, recordando que aún no se han alcanzado los niveles presupuestarios de 2009. Su mayor encontronazo se produjo cuando la nacionalista le afeó sacar pecho por la menor mortalidad en las residencias de mayores.

Caballero insistió en la "mano tendida del PSdeG para dar las mejores respuestas en los momentos más complejos", pero descartó avalar una nueva "política de la austeridad". Para ganar autonomía en la lucha contra el Covid-19, desempolvó la necesidad de pactar la reforma del Estatuto de Autonomía, algo que agradeció Feijóo, pero no consideró capital en la agenda política.