Paula Quintana (Santa Cruz de Tenerife, 1985) se ha acostumbrado a vivir con un pie en Madrid y el otro en Canarias, aunque ahora viaja por España para estrenar su última propuesta escénica. La Carne es un proyecto que deja al descubierto el perfil coreográfico de una mujer ganadora de un Réplica y que suma cuatro nominaciones a los Premios Max. "Al final siempre me puede la idea de que soy capaz de construir algo nuevo", avanza. La obra es un relato de ciencia ficción que cuenta la historia de Camille, "mujer anónima y resistente que se eleva como la primera carne de un futuro próximo, referente de una nueva era para la especie humana y para el conjunto del planeta".

¿Ha valido la pena?

Yo siempre he bailado; me cuesta recordar un día de mi vida en el que no haya bailado... Tanto el baile, como el teatro o el mundo de la creación en general me han acompañado durante años. Con el tiempo me he dado cuenta de que sería una persona muy infeliz si no me hubiera dedicado a esto... ¿Ha valido la pena?, sí; ¿es un camino difícil?, también. Esto no lo cambio por nada: tengo muchas cicatrices, pero que no me quiten ninguna. Que no se lleven ni un solo golpe porque todos son míos (sonríe).

¿Un estreno le sigue generando un hormigueo en el estómago o en las puntas de los pies?

Ufff... Más que nunca. El vértigo lo llevaba muy metido en el cuerpo desde hace unos cuantos días y lo mejor que pudo pasar es que llegara el momento de sacarlo. La Carne es arriesgado y tremendamente novedoso. El reto fue ser honestos con lo que queremos hacer y contar, es decir, queremos hablar de esto y de esta manera... Este no es un proyecto parecido a los anteriores porque no concibo el mundo de la creación como una fábrica. La Carne es un mundo diferente. Soy una persona que está todo el rato buscando y buscándome.

¿Y qué suele encontrar?

La mayoría de las veces respuestas a mi curiosidad (silencio)... Soy una mujer que se emociona con facilidad y que siempre termina haciéndose la misma pregunta: ¿Por qué me meto en estos líos? Me meto yo sola; no me meten otras personas por mí... No es que me entusiasme superar retos, pero sí que me cuesta quedarme quieta.

Eso es como arrojarse al vacío.

Sí que lo es. La gente se equivoca cuando dice que no tengo miedo a lo desconocido, pero eso no es así... Miedo tengo un montón, pero es otro tipo de miedo. Con el paso de los años me he acostumbrado a lidiar con el miedo -en su trayectoria ganó un Réplica y sumó cuatro nominaciones a los Premios Max- y con las incertidumbres habituales en la profesión.

¿Muchas dudas?

Más de las debidas, pero cuando siento ese "miedo escénico" prefiero pensar que es porque tengo algo muy potente entre mis manos. Hay miedos y miedos, los personales se quedan para toda la vida y no están relacionados con otros miedos como un accidente de coche, una enfermedad o un incendio. El miedo muchas veces supone una prueba de valor para evolucionar a nivel personal y en el ámbito profesional.

¿Le costó iniciar una aventura profesional fuera de casa?

¿Sinceramente?, no... Tenía muchas ganas de salir de la isla (Tenerife) para seguir aprendiendo; asimilar cosas que hace 13 años no estaban planificadas en casa.

¿Se puede vivir de la danza?

Yo tengo una pequeña ventaja al poder compaginar la danza con el teatro y un mundo de la creación algo más amplio, pero sin ese abanico no es fácil. ¿Se puede vivir?, sí. En Canarias es un poco más complicado porque no hay una conciencia de la profesión fuera de esta profesión, es decir, que son muchos los que creen que todo esto se hace por amor al arte. Pertenezco al gremio de los creadores, que es igual de importante que el de los médicos o el de los maestros. En este sentido, el manejo que pueda hacer de mi oficio está al mismo nivel que el de un arquitecto con la arquitectura. Mentiría si dijera que no me molesta percibir que a veces parece que te están haciendo un favor por dejarte subir a un escenario... Esa es una sensación desagradable, pero real. Eso sí, poco a poco, esos pensamientos cambian.

¿La soledad de una creadora es muy distinta a la de un confinamiento?

No se equivoca cuando me asocia con una persona solitaria, pero el confinamiento me cogió en casa de mi familia en Tenerife... Al principio me 'afectó' tener que volver a convivir con ellos otra vez, aunque con el paso de los días se transformó en una experiencia maravillosa. Ese es el problema de salir de casa cuando eres muy joven (ríe)... El confinamiento fue duro porque todos los días acabas dándole vueltas a la misma pregunta: ¿Qué vamos a hacer cuando pase esto? Encontrar una respuesta no fue sencilla, pero un momento como el actual es una oportunidad que te ha dado la vida para voltear tu existencia como un calcetín. Si lo quieres hacer, y sobre todo lo puedes hacer, este es el instante más adecuado para dar un giro de 180 grados a tu día a día.