Rosario Porto, Charín, como la conocían en el Ensanche en Santiago, sedó y asfixió a su hija Asunta, de 12 años, tapándole la boca y la nariz con sus propias manos en la casa familiar de Teo. Nunca reconoció el crimen crimen por el que fue condenada a 18 años de prisión junto con el que había sido su marido, el periodista Alfonso BasterraAlfonso Basterra. Una vez, en su segundo interrogatorio en el juzgado de Instrucción ante el magistrado José Antonio Vázquez Taín, estuvo casi a punto de confesar pero finalmente se despachó con un "no puedo decir más señoría, pero usted puede ayudarme", según se recoge en el sumario. Ahora se lleva su secreto a la tumba, salvo que haya dejado alguna nota o carta para explicar su suicidio, algo que ayer no había trascendido.

Charo PortoCharo arrastraba problemas psiquiátricos y emocionales desde años antes del asesinato de Asunta, con internamientos hospitalarios por depresión en varias ocasiones y tratamientos muy fuertes. Padecía también un lupus. Era la cara oculta de la simpática, educada, inteligente y culta "Charín", como la llamaba su madre de niña y seguían haciendo en el vecindario donde la apreciaban y jamás notaron ningún problema como la madre de Asunta reconoció en una ocasión, había sido educada para no mostrar debilidades ni problemas fuera de casa.

Rosario Porto nació el 11 de julio de 1969 en una familia acomodada e intelectual. Era hija única de Francisco Porto Mella, abogado de Pescanova en los comienzos de la empresa y excónsul de Francia en Santiago, y de Socorro Ortega, que fue profesora titular de Historia del Arte en la Universidade de Santiago, miembro de la Real Academia Gallega de Bellas Artes y autora de varias publicaciones de arte compostelano.

Charo estudió Bachillerato en el mismo centro que su hija asesinada, el Rosalía de Castro, y se licenció en Derecho por la Universidade de Santiago. Amplió estudios en Reino Unido y Francia, si bien regresó antes de tiempo porque sentía morriña.

Siguiendo los pasos de su progenitor, éste le traspasó el cargo de cónsul honoraria de Francia cuando tenía 27 años y recibió la Orden Nacional de Mérito del Gobierno francés. En 1996 empezó a ejercer como abogada en el bufete de su padre, si bien se dio de baja cuando éste falleció. En apenas seis meses perdió a sus padres. Amante de la música era miembro de la directiva del Ateneo y también de la asociación de padres del instituto al que acudía Asunta.

Adopción en China

La pequeña fue la primera niña adoptada en China por una familia santiaguesa. Tenía 9 meses cuando Charo y su marido, el periodista Alfonso Basterra, la presentaron en los medios de comunicación gallegos. La niña era el centro de atención de la familia, su padre se volcó en su cuidado y era habitual verla con sus abuelos -un apoyo clave- pasear por Santiago. Pronto sus altas capacidades se hicieron notar: Asunta iba un curso adelantada, hablaba cuatro idiomas, tocaba el violín y estudiaba ballet.

Alfonso, tan reservado y discreto, resultó ser "poco" para Charo. El periodista centró su vida en el cuidado de la familia y en acompañar a la niña a las actividades extraescolares y relegó su actividad profesional. El idilio de su mujer con un hombre casado puso fin al matrimonio. Sin embargo, tres meses antes del asesinato de Asunta, Charo sufrió otro ingreso hospitalario y él se comprometió a ayudarla si rompía con el otro hombre. La conocía bien y sabía manipularla, por eso siempre se ha sospechado que fue él quien ideó el crimen.

Charo aceptó y durante los meses previos al crimen actuaron como una familia bien avenida: veían juntos la tele, él hacía la comida y se involucraba en la educación de Asunta, ya que vivía a unos cien metros de la casa que la niña compartía con su madre. La víspera del asesinato de Asunta, Rosario paseó en barco por la Ría de Arousa y comió en O Salnés con el hombre al que había prometido dejar.

Los forenses aseguraron en el juicio que los problemas psiquiátricos que venía arrastrando la madre de Asunta no le impedían distinguir entre el bien y el mal: la abogada compostelana la mató consciente de lo que hacía y con sus propias manos.