La pandemia ha disparado los problemas de las familias con dificultades económicas.

Tras la aparición del coronavirus más de 120.000 hogares se apretaron el cinturón, reduciendo gastos para afrontar el tramo final del año. Sin embargo, a algunos no les quedó otro remedio que retrasar pagos como la hipoteca o los recibos de la luz, el agua o el teléfono.

La cifra de hogares en esta situación prácticamente se duplicó y pasó de 25.400 en el primer trimestre del año a casi 45.000 al cierre del pasado septiembre.

Los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE) radiografían la fase ascendente de esta problemática, aunque están lejos todavía de las magnitudes máximas alcanzadas durante la anterior crisis financiera, originada tras la quiebra a finales de 2008 del banco de inversión Lehman Brothers. En el último tramo de 2012, las familias gallegas que retrasaron sus pagos regulares rozaron el 9%, porcentaje que ahora es del 4,12%.

Este ejercicio comenzó con buenas expectativas de acuerdo con este indicador de las dificultades para los hogares con mayor riesgo de exclusión.

Apenas el 2,33% de ellas pagaba tarde sus recibos, el dato más bajo de la última década. De aquellos 25.390 núcleos convivientes con retrasos en el primer trimestre del año, se pasó a 46.639 (4,28%) durante el segundo trimestre, durante el que estuvo vigente el confinamiento.