A las jubilaciones en la carnicería, la mercería o la ferretería de toda la vida, se sumaron las verjas bajadas tanto en el sector del comercio como en el de hostelería por unos alquileres cada vez más inasumibles. La falta de relevo generacional y los precios del mercado inmobiliario engulleron miles de negocios en pequeños y medianos concellos, pero también en las ciudades. El mapa autonómico con el anuncio de “Se alquila” o “Se traspasa” no ha hecho más que sumar nuevos bajos vacíos en la práctica totalidad de los ayuntamientos gallegos por la crisis económica desatada por el COVID. En total Galicia tiene en la actualidad 7.000 locales comerciales a la espera de arrendatario —2.300 en la provincia de A Coruña, 500 en la de Lugo, 1.800 en la de Ourense y 2.400 en la de Pontevedra—, un 40% más que hace poco más de un año. Y en las siete ciudades y sus áreas de influencia se concentra el grueso del stock de bajos comerciales: 5.580, el 80% de toda la comunidad y que suponen 1.620 más que en agosto de 2019 (entonces había 3.975), según recoge un informe de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein).

Solo en los dos últimos meses, los traspasos en los sectores hostelería, restauración y comercio en la comunidad han aumentado un 30%.

Desde la patronal advierten de que esta situación tenderá a agravarse aún más el próximo año, con un aumento en el primer semestre de los locales y bajos comerciales desocupados entre un 10 y un 15% en el conjunto de la comunidad, con una caída en los precios ya que, apuntan, incluso las grandes marcas y franquicias reducirán espacios físicos en las calles y centros comerciales al aumentar y reforzar sus canales de venta online.

En la actualidad, las siete ciudades gallegas y los concellos limítrofes tienen en el circuito de comercialización un total de 5.580 bajos para montar un negocio. El grueso se concentra en A Coruña y Vigo, con 1.400 y 1.550, respectivamente. Ourense les sigue en la lista con 1.200. Y lejos de estas cifras se queda la oferta en Santiago (430), Pontevedra (380) y Lugo y Ferrol (ambas con 300).

En concreto, en la ciudad coruñesa, según datos la Asociación de Emprendedores de Galicia (Ascega), están vacíos 1.250 bajos comerciales, lo que supone el 42% de los locales destinado a esta actividad.

Ninguna urbe redujo en el último año el stock de locales vacíos. Los mayores embates de la crisis se dieron en Pontevedra, con casi el doble de bajos comerciales desocupados. Los sectores más golpeados por el COVID también sufrieron un fuerte revés en Ourense y Ferrol, con un 50% más de locales en arrendamiento. En Vigo, hay un 41% más; en Lugo, un 33,3% y en Santiago, un 28,5%. A Coruña es la ciudad que mejor sobrellevó el impacto de la crisis derivada del estallido de la pandemia, ya que el aumento de bajos en busca de un nuevo inquilino fue del 27,3%.

Precios

“La reestructuración del sector financiero, y lo que queda aún por venir, ha provocado que cientos de locales en los últimos años hayan quedado vacíos en los centros y semicentros de las ciudades y municipios más poblados. A lo que hay que añadir la actual situación económica y sanitaria, sumado a un auge sin precedentes del circuito de comercialización online”, advierte el presidente de Fegein, Benito Iglesias. La patronal inmobiliaria hace un llamamiento a los propietarios: “Ese perfil de cliente ya no volverá, y esta es una de las principales razones por las que si no se abarata el precio de los locales vacíos existentes, ante una oferta abundante como la actual, aumentan la posibilidades de que este local o bajo no sea ocupado”. El sector lamenta que los dueños de estos bajos prefieran costear durante años sus gastos de IBI, comunidad, luz, agua… (una media de 3.000 euros anuales) antes que bajar unos euros su arrendamiento y así darle rentabilidad y vida en su conservación a la propiedad.

Para tratar de revertir la situación, los empresarios inmobiliarios urgen a las administraciones líneas de apoyo fiscales a arrendadores y arrendatarios en ayuntamientos del interior de menos de 5.0000 habitantes, tras constatar “la gran dificultad de dinamizar una oferta estática y una pérdida de valor patrimonial considerable”.

Crecen los conflictos por impagos de la renta

Agua, luz, impuestos, nóminas... Son gastos que hay que afrontar todos los meses, vaya o no bien el negocio. Y con la crisis del COVID, con restricciones de movilidad durante el estado de alarma y nuevas limitaciones tras la segunda ola, la cuentas están en números rojos y no dan para afrontar todas las facturas que entran. Esta falta de ingresos ha provocado que muchas rentas no se hayan abonado a raíz del desplome del consumo y, en consecuencia, según advierten desde la patronal inmobiliaria, han aumentado “considerablemente” los conflictos entre arrendadores y arrendatario en los pagos del alquiler. Ubicación, estado de conservación y reforma, metros de fachada, cristalera... Son algunos de los factores que determinan el precio que hay que pagar por el arrendamiento de un bajo comercial. Quien quiera montar hoy un negocio en alguna de las siete ciudades o uno de los concellos colindantes tiene que desembolsar entre poco más de 4 euros por metros cuadrado que se pide en Ferrol o apenas 6 euros en Lugo hasta los 8,75 euros por metro cuadrado que cuesta un local en A Coruña o los 8,30 en Vigo, según datos de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias.

Tendencia

Vigo es la excepción en el mapa de precios de la comunidad, ya que es la única ciudad que durante el último año experimentó un repunte en las tarifas que los propietarios reclaman por el alquiler de un bajo comercial. En concreto un 17% más que había que abonar en agosto del año pasado (7 euros el metro cuadrado). En el resto de urbes de la comunidad se ha experimentado una bajada en los arrendamientos, de entre apenas un 2% en Ourense hasta una caída del 20,4% de A Coruña y su área. Bien es cierto que la ciudad coruñesa tenía hace más de un año las tarifas más altas de Galicia: 11 euros el metro cuadrado, seguida por Santiago y Pontevedra (ambas, 9 euros).