De la granja a la mesa. Queso, jamón, miel, leche, frutas, hortalizas, conejos, aves de corral, corderos… Los alimentos tradicionales y artesanales de las pequeñas explotaciones ya se pueden vender de manera directa desde la propia granja, en mercados o en establecimientos de comercio al por menor. Cerca de 40.000 pequeños agricultores y ganaderos gallegos se podrán beneficiar del nuevo real decreto que regula la seguridad y la higiene en la producción y comercialización de los productos del campo, aprobado ayer por el Consejo de Ministros para favorecer la viabilidad, la rentabilidad y subsistencia de los pequeños productores de alimentos y, al mismo tiempo, impulsar el consumo de proximidad.

España se había convertido en uno de los países que más obstaculizaba la venta directa a agricultores y ganaderos, a diferencia de otros países de la Unión Europea. Por este motivo, el sector se echó a la calle a principios de año en defensa de un cambio legislativo que les permitiese llevar a cabo la venta directa de sus productos. Hoy, agricultores y ganaderos celebran la aprobación del nuevo real decreto porque, según apuntan desde la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) “abre un horizonte de oportunidades” para más de 250.000 pequeños agricultores y ganaderos en España, de ellos el 15% de la comunidad gallega. “Después de haber visto y estudiado a través de numerosos viajes la adaptación que se había realizado en países como Francia, Austria o Italia era incomprensible que en el Estado español no se hubiera adaptado esta normativa, incluso después de que la Comisión Europea lo recomendara”, apunta Andoni García, responsable de Mercados Agrarios de COAG.

Con la entrada en vigor de este nuevo real decreto se simplifican los requisitos en materia de seguridad e higiene de la producción primaria, lo que permite la adecuación de las técnicas tradicionales de producción al marco sanitario vigente y facilita su puesta en el mercado de proximidad, para crear economía ligada al medio rural y contribuir a evitar la despoblación. “Se refuerza así la apuesta del sector por la seguridad alimentaria, al tiempo que se da respuesta a una creciente demanda por el producto local y de proximidad, impulsada aún más en el contexto de pandemia”, destaca Andoni García.

Los productos deberán indicar el número de registro de la explotación en el Registro General Sanitario de Empresas Alimentarias, la descripción de la mercancía, el peso neto del producto y la fecha de sacrificio. Además, los productos deberán informar del lugar de sacrificio del animal (en la explotación, de caza o de ganadería de lidia) y si el producto debe ser cocinado antes del consumo.

Según datos de GlobalData, la mitad de los consumidores cree que es más importante que antes de que estallase la crisis sanitaria consumir productos locales y el 76% considera que los alimentos tradicionales y artesanales son completamente de confianza.

El sector celebra que con esta nueva regulación se simplifica la burocracia y las autorizaciones administrativas. Al establecer una aplicación homogénea en todo el territorio nacional —hasta ahora la normativa sobre higiene de los alimentos estaba dispersa en diversos reales decretos—, se facilita el trabajo de los operadores comerciales y el control oficial por parte de las autoridades competentes.

Además, se regulan actividades excluidas del ámbito de aplicación de los reglamentos comunitarios, como por ejemplo la venta directa de pequeñas cantidades de carne procedentes de aves de corral y conejos sacrificados den la explotación, bien al consumidor final o a establecimientos locales de venta al por menor.

Agricultores y ganaderos destacan que esta regulación es una “valiosa herramienta” para el “sostenimiento económico, social y medioambiental de la producción local y el medio rural”, y además “responde plenamente a los objetivos del Pacto Verde Europeo y las Estrategias de la Granja a la Mesa y Biodiversidad”.

Unión Europea

Con la estrategia De la Granja a la Mesa, la UE se propone fomentar la economía circular, con una reducción del impacto ambiental de la producción de alimentos y una rebaja de los porcentajes de alimentos que acaban en la basura. La estrategia promoverá también un mayor apoyo a los pequeños productores, fomentará el comercio de proximidad y cercanía y cambiará el etiquetado de los alimentos para dar una mayor información sobre el origen.

Además, la política de la Unión Europea tendrá en cuenta conceptos como la protección del paisaje que realizan los pequeños productores y tratará de incrementar la innovación y la digitalización en la cadena agroalimentaria. La estrategia Farm to Fork Strategy marcará el devenir de las normativas medioambientales o de políticas tan importantes para el sector agroganadero como la Política Agraria Común (PAC).