El carguero nuclear ruso Sevmorput continúa su lenta travesía de regreso a San Petesburgo. Atrás, ha dejado las aguas canarias, por tanto de jurisdicción española, y enfila su singladura por la costa portuguesa hasta llegar a aguas gallegas. La previsión es que pase mañana frente a Galicia y doble por Fisterra. La Dirección General de la Marina Mercante mantuvo un estricto control —incluidos dos vuelos de inspección de un helicóptero de Salvamento Marítimo— sobre el portacontenedores en su errática travesía cerca de las aguas canarias desde que el martes se observaron sus lentos movimientos en zigzag por una avería.

Canarias y Marruecos no solo rechazaron la entrada en puerto del Sevmorput, sino que navegara en sus aguas. Incluso los gobiernos español y marroquí negociaron con el ruso —el barco lo gestiona una agencia pública, Atomflot— y lograron que tomara la ruta más alejada de las dos capitales canarias.

La mayoría de países del mundo quieren mantener lejos —incluso algunas ciudades rusas— al único carguero del mundo propulsado por un reactor nuclear que se alimenta de 150 kilos de uranio enriquecido, un elemento extremadamente contaminante.

Una avería en su hélice obligó al Sevmorput a abortar su viaje a la Antártida, dar media vuelta y regresar a San Petersburgo con 25.000 toneladas de carga.

Su marcha hacia el norte se vio interrumpida el miércoles a la tarde-noche por un nuevo imprevisto. Salvamento Marítimo tuvo que desplegar dos helicópteros —uno para la vigilancia y otro para el rescate— con el objetivo de evacuar al capitán del Sevmorput, Farid Gabbasov, y trasladarlo de urgencia a un hospital canario por una infección.

Gabbasov, un marino especializado en propulsión nuclear y condecorado por el Gobierno de Rusia, recibió ya el alta y tenía previsto viajar ayer a Madrid, para de allí volar a Moscú y luego a San Petersburgo, en cuyo puerto el barco será reparado.