La crisis socioeconómica del COVID-19 ha arrastrado a miles de familias gallegas a la pobreza, sin apenas ingresos. La vacuna contra la enfermedad ya es real, pero los efectos económicos de la pandemia, sin antídoto claro, serán más duraderos. Para paliar las dificultades de llegar a fin de mes de los gallegos, la Xunta lanzó el pasado julio el bono de alimentos de hasta 300 euros para ayudar a las familias con más necesidades a cubrir gastos básicos. La subvención concluía este diciembre, pero hoy el Consello del Gobierno gallego aprueba una nueva prórroga, hasta el próximo junio. Además, no descarta otra ampliación si es necesaria.

La iniciativa del bono de alimentos, promovida por la Consellería de Política Social, se puso en marcha en julio para ayudar a los más desfavorecidos a realizar su compra diaria. En principio, la subvención era para tres meses, pero el Ejecutivo gallego decidió prorrogarla otro trimestre. Y ahora lo hace por seis meses más, “por lo menos”, hasta el 30 de junio de 2021. Desde su puesta en marcha, ya son más de 16.000 los hogares gallegos amparados por esta ayuda.

Se trata de una tarjeta monedero recargable con entre 150 y 300 euros al mes. El importe depende del número de miembros de la unidad familiar que la solicita. De este modo, para los hogares unifamiliares, en los que habite un solo individuo, se destinan 150 euros mensuales. Para las casas con dos miembros, 200 euros. Mientras que en el caso de las familias con tres o más sujetos la cuantía es de 300 euros. Esto quiere decir que las familias sujetas a esta ayuda desde el principio recibirán una cantidad total que oscila entre los 1.800 y 3.600 euros, para adquirir productos de alimentación, higiene y farmacia. Con la prórroga de esta medida, la inversión total asciende a los 25,5 millones. El límite de ingresos para obtener esta tarjeta básica es equivalente a los tramos que marca la Risga, que oscila entre los 405 y 796 euros en función del número de miembros.