Hay conductores que tienen dos o incluso tres o cuatro multas por consumo de alcohol. Pero en el punto de mira de Tráfico están aquellos que tienen un problema de dependencia y que llegan a acumular hasta 30 infracciones por haberse tomado una copa de más. Así lo manifestó ayer la responsable de la DGT en Galicia, Victoria Gómez Dobarro, durante su comparecencia en la comisión no permanente especial de estudio sobre la seguridad viaria del Parlamento. “Cada pantalla suma diez expedientes, algunos infractores llegan a las tres pantallas”, advirtió Dobarro, por lo que urgió a la DGT a definir qué es un reincidente viario. Es decir, cuántas infracciones y en cuánto tiempo debe cometerlas para así poder diseñar un plan que permita reconducir a estos infractores porque —sostiene— “la sanción no surte efecto”. Para este perfil, defiende la coordinadora de la DGT en Galicia, donde el alcohol es “una enfermedad”, se necesitan programas para su tratamiento y rehabilitación.

En su intervención, Dobarro detalló la evolución de la accidentalidad en España, que en la actualidad es el séptimo país de la UE con la tasa de fallecidos en carretera por cada millón de habitantes más baja (36, frente a los 51 de la media) y en Galicia, que pasó de 380 muertos en 2000, 276 en 2005, 179 en 2010, 92 en 2015 a 70 en 2020, año marcado por el desplome del tráfico por las restricciones de movilidad impuestas por el COVID.

Junto con el consumo del alcohol y/o las drogas, la también jefa de Tráfico en Galicia apuntó el no uso del cinturón de seguridad o de las sillas de retención infantil y el exceso de velocidad como las principales lacras de la accidentalidad en las carreteras gallegas. De hecho el año pasado, uno de cada cinco usuarios de turismos o furgonetas viajaban sin el dispositivo de seguridad. Y pese a que en 2020 cayó el tráfico por la pandemia, Dobarro lamentó el aumento de las infracciones por velocidad respecto al ejercicio anterior.

“La red gallega es endiabla”. Así definió la responsable de la DGT en Galicia, Victoria Gómez Dobarro, los más de 18.000 kilómetros de vías del Estado y autonómicas que discurren por la comunidad, a los que hay que sumar otras municipales “sin catalogar”, de pistas, caminos y corredoiras que son utilizadas por los conductores de la comunidad. Son las carreteras secundarias, según advirtió, las más peligrosas ya que concentran el 93% de los fallecidos en siniestros de tráfico frente al 7% de autopistas y autovías.

La radiografía de la accidentalidad viaria presentada ayer por la coordinadora de Tráfico en Galicia deja varios datos preocupantes, según detalló en su intervención. Por un lado la antigüedad del parque móvil en la comunidad: el 62% de los siniestros con víctimas es causado por vehículos de entre 10 y 24 años. Por otro lado, el colectivo de usuarios vulnerables (peatones, motos y bicicletas) ya suman el 36% de los fallecidos en carretera. En este grupo, destaca el descenso de los atropellos mortales que pasaron de 21 en 2019 a 6 el año pasado. Y como factores concurrentes, la distracción se ha convertido en la principal causa en los últimos años, salvo en 2020 que fue la velocidad.

A título personal, Dobarro dejó una reflexión. Preguntada por si compartía la definición que la delegada de Stop Accidentes en Galicia, Jeanne Picard, hace de los siniestros de tráfico: violencia vial, la coordinadora de Tráfico en Galicia fue tajante. “Si es por haber bebido o por velocidad, no fruto de un despiste, es violencia vial. Es imperdonable. A esa persona se le ha matado, no es un accidente”.