Todos los sectores han recibido el embate de la crisis provocada por el coronavirus. Aunque unos más que otros. En el caso de la agricultura gallega, las frías cifras aseguran que le fue bien el año pasado. Rompió con una racha de tres ejercicios de descenso del número de ocupados. En 2020 ganó 4.000 nuevos empleos, lo que supone 11 cada día.

Entonces, ¿le fue bien al campo gallego pese a que se ha producido la mayor recesión desde la Segunda Guerra Mundial? Agricultores y sindicatos contestan con un rotundo no. Han seguido y aumentado los grandes males que azotan al rural: incremento de los costes de producción; recortes de las ayudas; envejecimiento poblacional; venta de productos por debajo del coste de producción; falta de atractivo de vivir en el campo por el empeoramiento de las condiciones de vida en el rural... A los que hay que añadir los derivados de la crisis provocada por el COVID.

¿Y por qué han aumentado los ocupados en la agricultura gallega y se ha roto con tres años de descensos? Los sindicatos achacan este incremento a que el rural se ha vuelto a convertir en un refugio para los trabajadores expulsados de otros sectores debido a la pandemia, como ya ocurrió en la crisis de 2008, y no a que el campo necesitase más mano de obra. “No hay creación de empleo nuevo en el rural. Son los que retornan a la casa de sus padres o hermanos debido a que no encuentran trabajo o lo han perdido. Hay algunos casos de jóvenes que sí crean nuevos empleos, pero son aislados”, explican desde los sindicatos.

A finales del año pasado había 70.700 ocupados en la agricultura gallega. Son 4.000 más que el ejercicio anterior, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA). Hasta entonces, el sector primario había encadenado tres años de recortes de empleo hasta rozar la peor cifra en la última década. Entre finales de 2016 y finales de 2019 perdió 10.700 trabajadores. Un 13,8% del total. Si se compara con la cifra nacional, la fotografía es mucho peor. En ese mismo periodo, en toda España se destruyeron 22.800 puestos de trabajo. Es decir, casi la mitad (un 48%) se produjeron en la comunidad gallega.

Además de por la crisis de los precios, los incrementos de los costes de producción o los recortes de las ayudas, fuentes del sector achacan también la caída de los últimos años a la avanzada edad de los dueños de las explotaciones —un tercio supera los 55 años, aseguran— y al empeoramiento de las condiciones de vida en el campo. No hay relevo generacional, resumen. Así que según los propietarios llegan a la edad de jubilación, muchas explotaciones cierran.

Como el resto de sectores, el de la agricultura gallega sufrió los embates de la anterior crisis. Entre 2008 y 2015, perdió el 40% de su mano de obra al pasar en esos siete años de los 102.500 trabajadores a 61.200. La primera cifra es el techo de empleo que se logró en el sector primario en la última década y la segunda, el número más bajo.

Pero al contrario que en el resto de sectores, la agricultura gallega incrementó el número de trabajadores entre 2015 y 2017. En esos años llegaron 17.100 personas al sector. La subida fue del 28%. Como ocurre ahora, la causa, según reconocen los sindicatos, fue que el rural se convirtió en un refugio para las personas que se quedaron sin trabajo y regresaron a la casa familiar.

Por provincias, A Coruña cuenta con el 38% de los ocupados en el sector primario; Pontevedra, con el 28%; Lugo, con el 26% y Ourense, con el 7%. Las cuatro provincias se comportaron de diferente forma durante el pasado año. De los 4.000 nuevos empleos, A Coruña sumó casi todos: 3.700. Un 16% más que el ejercicio anterior. En Ourense el incremento fue del 12,5% (600 personas más). En Pontevedra casi no hubo cambios (100 más, +0,5%), mientras que en Lugo cayó un 1,6% (-300 trabajadores). Al cierre del año pasado trabajaban en la agricultura 26.800 personas en A Coruña; 20.100 en Pontevedra; 19.400 en Lugo y 5.400 en Ourense.

El aumento de ocupados es solo de hombres y las mujeres ya solo son un tercio del total

En 2009, casi la mitad de los trabajadores del campo en Galicia eran mujeres: 43% frente al 56% de hombres. Ahora ya son solo un tercio (33,6%). Desde el inicio de la crisis de 2008 se ha producido un paulatino descenso del número de mujeres que trabajan en la agricultura. Un ejemplo es lo que ocurrió el año pasado. De los 4.000 nuevos empleos que se crearon en el sector primario, los 4.000 fueron hombres. Es más, los varones sumaron 4.300 más, mientras que las mujeres bajaron en 300. Entre finales de 2016 y finales de 2019, coincidiendo con tres años seguidos de descenso del número de ocupados en el campo gallego, el sector perdió 10.700 empleados. De ellos, el 58% fueron hombres y el 42%, mujeres. Pero si se echa la mirada más atrás, la situación es muy diferente. Desde el inicio de la crisis, los puestos de trabajo que estaban ocupados por mujeres se han desplomado más de un tercio: de los 35.600 de 2008 a los 23.800 de finales de 2020. Los hombres también han sufrido un recorte, pero menor: un 18% desde los 57.800 a los 46.900. De los últimos 11 ejercicios, en nueve, el número de mujeres que trabajan en la agricultura gallega ha descendido y acumula cuatro años seguidos de caídas. En este periodo suma un recorte que roza el 17%.