Galicia saca pecho con Alertox-Net, el proyecto internacional mediante el que se crea una red de alertas para hacer frente a las toxinas marinas emergentes. Es una iniciativa auspiciada por la Xunta, las universidades gallegas y organismos nacionales e internacionales que buscan “dar continuidad a las acciones ya desarrolladas en el marco de proyectos anteriores como Atlantox y Pharmatlantic”.

Gracias a ellos fue posible desarrollar nuevos métodos para la detección de toxinas marinas emergentes, así como la posterior creación de medicamentos y fármacos a partir de productos marinos, dando lugar a una decena de patentes.

Además, aquel trabajo científico inicial “contribuyó a centrar la atención en los nuevos riesgos derivados del cambio climático y la acción humana; factores que provocan que puedan favorecer la aparición de toxinas novedosas y emergentes”.

Ahora es el turno de Alertox-Net, cuyos avances se darán a conocer en el “evento final del proyecto”, que se celebrará hoy en Santiago tanto en modalidad presencial como online.

Esta cita permitirá a los representantes del grupo de investigación Farmatox, de la Universidad de Santiago de Compostela, resumir el trabajo realizado desde que a finales de noviembre de 2017 se realizó la reunión de lanzamiento de este proyecto, capitaneado por el profesor del Departamento de Farmacología Farmacéutica y Tecnología Farmacéutica, Luis Miguel Botana.

Con esta iniciativa, hecha realidad con tres millones de euros obtenidos a través del Programa de Cooperación Regional Interreg Espacio Atlántico, ha sido posible avanzar en el desarrollo de esa red de alerta de toxinas marinas, con el propósito de mejorar las condiciones de trabajo del sector, pero también para aumentar la seguridad del consumidor y establecer posibles indicadores de riesgos relacionados con el cambio climático.

Hay que tener presente, y así lo hace la comunidad científica implicada en Alertox-Net, que “amenazas ambientales como la eutrofización del agua y los consiguientes niveles crecientes de toxicidad son un problema para toda la industria alimentaria”.

De ahí el interés de este trabajo europeo por “elaborar y adoptar nuevos procesos de mercado para garantizar la entrega segura del producto a los consumidores”.

Pero no solo productores y consumidores salen beneficiados, sino que este proyecto también se antoja una herramienta de gran utilidad para las administraciones públicas y/o entidades encargadas de velar por la producción de especies marinas como el mejillón, el desarrollo sostenible de los cultivos y la seguridad alimentaria.

Y es que gracias a la investigación desarrollada a lo largo de tres años será posible brindarles “asesoramiento y servicios científicos y técnicos” para abundar en el desarrollo de la acuicultura.

Eso sin olvidar que el proyecto “ayudará a mantener la excelencia internacional en la investigación de la seguridad de los productos del mar con el fin de obtener una mejor predicción del riesgo y proporcionar asesoramiento científico para satisfacer las necesidades de las partes interesadas”.